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Gestión de riesgos
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Carlos Hoyos
choyos@mapfre.com

Este artículo es un resumen de una conferencia impartida por Carlos Hoyos en ocasión del China Guarantee Forum, organizado por China National Investment & Guaraanty Corporation, Ltd. en octubre de 2006 en Shanghai.

En cualquier actividad de nuestra vida hay riesgos, más o menos graves sí, pero riesgos. Y los riesgos pueden evitarse o mitigarse tomando las medidas o precauciones adecuadas.

En la vida empresarial ocurre lo mismo que en la vida real: hay riesgos en todas las actividades que realizamos, pero actuando profesionalmente podemos reducirlos o mitigarlos.

En cualquier decisión que toma la empresa existe la posibilidad de fallo y acierto. En las decisiones en las que en caso de acierto se producen ganancias, y en caso de fallo pérdidas no destructivas, los riesgos se clasifican como "riesgos de negocio" (estratégicos, operacionales, financieros). Por el contrario, los fallos que originan pérdidas destructivas (por ejemplo un incendio o una inundación) se clasifican como "riesgos puros", fortuitos o accidentales. Un ejemplo de riesgo de negocio sería la inversión de los excedentes de tesorería de la empresa. Si se los invierte correctamente, la compañía experimentará un beneficio y, por el contrario, si se realiza de manera imprudente, como por ejemplo comprando activos bursátiles de dudosa reputación, la compañía muy probablemente tendrá pérdidas. Un ejemplo de riesgo puro sería el de incendio. Si se produce un incendio que arrasa la fábrica la compañía experimentará pérdidas destructivas, y si no está asegurada también pérdidas económicas serias. Si ese incendio no se produce la compañía no obtendrá un beneficio adicional, simplemente su fábrica seguirá produciendo.

Tenemos pues dos grandes categorías de riesgos que afectan a la actividad empresarial:

  • Los riesgos puros
  • Los riesgos de negocio

Los riesgos puros

El primer paso en la gestión del riesgo puro es su identificación, lo que a su vez supone el conocimiento de las posibles fuentes de peligro y de los activos de la empresa que pueden verse afectados por la materialización del riesgo.

Una vez identificados los peligros y los activos que podrían verse afectados, procede la fase de evaluación de los efectos negativos que pueden producir los riesgos sobre los activos. La evaluación se debe llevar a cabo con estadísticas que permitan establecer un perfil de frecuencia/probabilidad y de gravedad/ intensidad.

Identificados los riesgos y los activos que podrían verse afectados, y evaluados los efectos dañinos, es el momento de decidir qué tratamiento aplicar, es decir, analizar si el riesgo se puede eliminar, reducir o controlar. En algunos casos se puede conseguir la eliminación absoluta del riesgo anulando la fuente de peligro. Por ejemplo, el riesgo de asbestosis se puede eliminar prohibiendo el uso de asbesto (amianto).

En otros casos la eliminación del peligro sería imposible porque afectaría el progreso económico y nuestra calidad de vida. Eso ocurriría, por ejemplo, con la eliminación total del riesgo de caída de aviones, que sólo se produciría con la anulación total de la aviación, fuente del peligro de caída de aviones.

Imaginemos que nosotros somos el gerente de una empresa y que ya hemos identificado, evaluado y tomado las medidas para la reducción del riesgo, ¿cómo debemos controlar o gestionar los daños económicos para la empresa si se produce un accidente, un siniestro? Hay dos posibilidades, tres quizás:

  • retener el riesgo
  • transferir el riesgo (asegurarlo)
  • la combinación de las dos anteriores

Todas estas posibilidades no suponen sino la financiación del riesgo y, entre ellas, la más utilizada es probablemente la segunda, la transferencia del riesgo, cuya práctica más extendida es la transferencia vía contrato de seguro, (sin embargo, ésta no es la única opción ya que se pueden externalizar algunas actividades que así pasan a ser realizadas por otras compañías, o utilizar el leasing). Dado que soy un asegurador, me permitirán que les diga que el seguro es, con gran diferencia, la mejor de las opciones para la eliminación o reducción del riesgo, aunque no deben desestimarse las otras, que deberán ser analizadas a la luz de la fortaleza financiera de la empresa y de su capacidad para establecer niveles de tolerancia económica ante la retención de todos los riesgos o parte de ellos.

Naturalmente, la gestión del riesgo puro supone un costo que incluye, entre otras partidas, los gastos derivados de:

  • La reducción y el control de los riesgos
  • La retención de pérdidas no aseguradas
  • Las primas de seguro
  • La financiación alternativa del riesgo
  • El propio departamento de Gerencia de Riesgos o el de Auditoría Interna

Como es lógico, cada empresa ha de buscar su menor coste de riesgos, sí, pero con el objetivo de no sufrir alteraciones financieras graves, por lo que deberá combinar y analizar en profundidad la utilización de las prácticas mencionadas anteriormente.

Los riesgos de negocio

Primero definiré qué se entiende por riesgo de negocio: "cualquier situación, proceso o factor que, si ocurre, puede afectar la correcta evolución de la compañía o suponer una amenaza para la consecución de todos o de algunos de sus objetivos estratégicos.

Los riesgos de negocio para el sector asegurador (muchos de ellos serán los mismos que los de otras actividades empresariales) han sido divididos en cuatro grandes categorías:

El primer grupo de riesgos comprende los riesgos operacionales. Podríamos decir que son los riesgos del día a día en la vida de una empresa. Afectan a todas las áreas de la compañía: la informática, los recursos humanos, el departamento legal, el actuarial, el de procedimientos. Cada compañía deberá identificar los riesgos, ya sea mediante la confección de mapas de riesgos o por otros procedimientos que involucren a todos y cada uno de los responsables de los departamentos y áreas que se analicen, y deberá evaluar los riesgos según su importancia, la probabilidad de que ocurran y los medios financieros y humanos con los que podría mitigarlos o evitarlos.

Posiblemente el riesgo más grave que el sector asegurador ha identificado, y que además cuenta con probabilidades de ocurrencia relativamente altas, es el informático. Para minimizar ese riesgo, algunas empresas han invertido en duplicar los sistemas informáticos en lugares distintos, de tal manera que la actividad de la compañía no se vea colapsada en caso de una avería de dimensiones desconocidas.

El segundo grupo de riesgos de negocio es el denominado riesgos financieros, que engloba, entre otros, el riesgo derivado de la calidad crediticia de los emisores de activos, el de los activos en sí mismos (renta fija, variable), el riesgo de cambio, el riesgo de falta de liquidez de las inversiones, etc.

Cada compañía debe decidir dónde invertir los fondos que maneja sabiendo que, no lo olvidemos, muchos de ellos no son propios sino de terceros o para terceros. Así, deberá cuidar de manera expresa la calidad crediticia de las empresas u organismos emisores de activos. No es lo mismo una emisión que lleve una AAA que otra que sea B+. Posiblemente ésta pague intereses mucho más elevados, pero el riesgo crediticio es sin duda muy superior y habrá que evaluarlo. La compañía deberá cuidar el riesgo de cambio e invertir en activos en moneda de su propio país o de aquéllos con moneda fuerte y estable. La inversión en activos de renta variable (en la bolsa, en una palabra), puede parecer en ocasiones muy atractiva, pero una brusca caída bursátil puede llevarse por delante a la compañía si ésta no ha sabido diversificar prudentemente sus inversiones bursátiles combinándolas con otras en activos sólidos de renta fija.

El tercer grupo de riesgos comprende los riesgos de la propia actividad aseguradora, y aquí englobamos los riesgos derivados de la insuficiencia de primas o provisiones, la calidad de la suscripción, el riesgo del reaseguro; se tiende a asumir que los reaseguradores responderán debidamente cuando lleguen los siniestros pero no siempre ocurre así, y por ello el asegurador debe prestar más atención a la calidad crediticia, la calificación de los reaseguradores, que a uno o dos puntos más en la comisión de cesión, o a un punto más de interés sobre los depósitos (nos va la vida en ello); el riesgo de los corredores (no olvidemos que en muchos casos cobran y manejan durante algún tiempo nuestras primas).

En seguros como los nuestros, de caución y crédito, el riesgo de la suscripción cobra particular importancia y la compañía debería contar siempre con buenos analistas de riesgos y tener perfectamente establecida su política de suscripción y la forma de conceder los riesgos. En el sector de la caución, el hecho de que habitualmente sea un ramo de poca siniestralidad ha llevado a no pocas compañías a creer que prácticamente vale todo, y ya sabemos cómo y dónde han acabado. La tasa de prima es importante, pero más lo es la buena suscripción. La comisión del reasegurador es importante, pero más lo es no pagar comisiones increíbles a los corredores y luego querer que nos las reembolsen los reaseguradores vía comisión de cesión. Hay que ser competitivo y, si se quiere, agresivo, pero no a base de exigir menos garantías que el resto del mercado. En dos palabras: profesionalidad y eficiencia en la gestión.

El último grupo de riesgos es el denominado riesgos estratégicos, que incluye los riesgos derivados del buen gobierno de las empresas, los riesgos relativos a la organización y la estructura de la empresa, los derivados de fusiones y adquisiciones, los riesgos regulatorios, los de mercado y los de competencia. El control de estos riesgos siempre debe estar en manos de la alta dirección de la compañía.

Las autoridades de la Unión Europea y, a no dudar, tarde o temprano las de otros países, tienen como Pilar número I del proyecto Solvencia II, el establecer un sistema para determinar los recursos propios mínimos de las entidades aseguradoras en función de los riesgos asumidos.

¿Qué quiere decir esto? Pues que no se exigirá el mismo capital a una compañía de seguros de caución que sólo suscriba garantías de contrato y tenga un tratado de reaseguro por el que cede el 80% del riesgo a un cuadro reasegurador con calificación crediticia promedio AA, que a otra que únicamente emita garantías financieras, reteniendo el 90% del riesgo y con un solo reasegurador con una calificación B. A mayor riesgo mayor capital y viceversa.

Este capital necesario, que no deberemos confundir con el capital mínimo que marcan nuestras legislaciones para realizar nuestra actividad, se conoce con el nombre de capital económico, que quedaría así definido como el capital necesario para proteger a la compañía contra la insolvencia económica de acuerdo con los riesgos reales asumidos por cada entidad.

El capital económico va a modificar uno de los indicadores más habituales hasta la fecha, el denominado en su expresión inglesa, ROE (Return on Equity, es decir rentabilidad sobre el capital), para dar paso a otro más evolucionado que se denomina RAROC (Risk Adjusted Return on Capital, es decir rentabilidad sobre el capital ajustado al riesgo). Diríamos que el ROE, que es la manera tradicional, el instrumento por antonomasia, del control de gestión, está enfocado a medir la rentabilidad a través de criterios puramente financieros que no incorporan la medición del riesgo asumido. El RAROC combina la rentabilidad con el riesgo y permite comparar los diferentes productos o líneas de negocio de una compañía en forma homogénea, exigiendo mayor rentabilidad donde hay mayor riesgo y viceversa.

En estos momentos se trabaja para cuantificar los riesgos mencionados anteriormente, para lo cual se utilizarán estadísticas de las propias compañías aseguradoras cuando éstas puedan demostrar que son de base amplia y han sido realizadas con mucho rigor; o bien se aplicarán criterios uniformes para aquéllos que no dispongan de sus propios datos. Por el momento los riesgos operacionales y los riesgos estratégicos no son cuantificables en el sector segurador (sí lo son ya en el sector bancario).

Las agencias de calificación, entre ellas Standard & Poors, Moody´s, AM Best, realizarán sus calificaciones y concederán sus ratings de acuerdo con los criterios mencionados; y cada vez será más importante obtener un buen rating para ser competitivo en el mercado. Toca aplicarse.