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Entrevista a Rafael Cubillán Betancourt


Rafael Cubillán Betancourt
Presidente de La Mundial de Seguros, Venezuela
Nombre: Rafael Cubillan Betancourt
Estudios: Abogado, Universidad Católica Andrés Bello (1962)
Estudios de Posgrado York (1963-1964)
Cursos varios, Swiss Insurance Training de Zurich (1976)
Carrera Profesional:
  • Ex profesor “Derecho Mercantil”, Universidad Católica Andrés Bello
  • Ex Presidente de la Cámara de Aseguradores y del Consejo Nacional de Seguros (en dos oportunidades)
  • Vicepresidente del Colegio Venezolano de Productores de Seguros (1964-1974)
  • CEO Seguros La Unión (1974 - 1984)
  • CEO La General Seguros (1984 - 1988)
  • CEO Seguros Mercantil (1988 - hoy)
  • Consultor de Seguros (en la actualidad)
  • Presidente de la Junta Directiva de La Mundial de Seguros, Venezuela (en la actualidad)

1. En su larga trayectoria laboral, ¿cuál fue la primera experiencia relacionada con el área de fianzas?

Hace ya muchos años, a comienzos de la década de los setenta, accedí a la gerencia general de una compañía de seguros en la cual participaban accionistas extranjeros. En ese momento, Venezuela avanzaba con fuerza hacia el desarrollo de una inversión gubernamental para la construcción de carreteras, puertos, aeropuertos, y para proveer agua y electricidad mediante el establecimiento de redes importantes tanto en materia eléctrica como hidroeléctrica, en todo el país. Se planeó, además, continuar proyectos de construcción que se habían frenado un poco después del cambio de gobierno. Cuando sustituimos el gobierno del general Pérez Giménez por la democracia venezolana, surgió la necesidad de los organismos del Estado -que eran los actores principales en la inversión- de buscar un mecanismo que era conocido y tradicional: garantizarse de los resultados de la obra en caso de incumplimiento por parte de esa gran cantidad de constructores, proveedores, proyectistas; y logré una impresionante frecuencia en la solicitud de fianzas de licitación derivado del llamado a concurso de los proveedores por parte del Estado.

Esto hizo que consideráramos el sector de fianzas como un ramo sumamente importante, no solo por lo que generaba el negocio afianzador intrínseco, sino porque, además, servía de puente para captar las actividades conexas de esos deudores, de esos constructores, de esos proveedores, en el resto de sus necesidades de seguros. El riesgo de construcción, el riesgo de maquinaria, el riesgo de transporte de equipos se volvieron tan importantes que constituyeron un promedio muy alto en el perfil del sector de seguros y en la actividad aseguradora en Venezuela. Así pues, la fianza se convirtió en un negocio y, también, en un mecanismo de servicio integral para el solicitante de la fianza, con el fin de que las protecciones que requerían sus otras actividades estuvieran concentradas en su proveedor de fianzas. Esa experiencia primera se mantuvo durante muchos años. Creo que aún forma parte de la razón vital del ramo de fianzas, y constituye una satisfacción imprescindible para la actividad del sector, para la actividad del proveedor del servicio. Aclaro aquí que, en Venezuela, a diferencia de otros países, el Estado es el principal proveedor del desarrollo y quien ha exigido, dentro de sus esquemas de contratación, la presentación y satisfacción de fianzas para garantizar los resultados.

2. En la historia de las fianzas en Venezuela, se recuerda la crisis de los avales. En su opinión, ¿qué ocurrió? ¿Qué enseñanza dejó al mercado?

La crisis de los avales (de la cual yo participé al final) consistió en una desviación del manejo del llamado ramo de fianzas, porque se sustituía el esquema de fiel cumplimiento, anticipo y buena calidad, entre otros, simplemente por el de garantizar los créditos y los préstamos que los constructores o proveedores de servicios o equipos requerían de la banca. Como el uso y costumbre, durante los últimos años, era una tasa de cumplimiento sumamente alta -es decir, no había incumplimientos-, la banca entendió que era un buen negocio extender sus operaciones y garantizar los pagos. Las compañías de seguros interpretaron que era un buen negocio garantizarle a la banca las deudas de créditos que existían. Cuando cambió el sistema de gobierno y se pasó a la democracia, se paralizaron durante un tiempo las obras públicas. Los grandes contratistas, los grandes proveedores de obras y servicios se vieron en situaciones financieras sumamente incómodas. La falta de actividad atrasó las obras debido a la modificación de los esquemas de pago del Estado.

En consecuencia, muchas de esas empresas comenzaron a paralizar sus operaciones e incluso incurrieron en atrasos y posteriores quiebras, haciendo que la banca acreedora de esos créditos, con los avales y garantías de pagos por parte de las compañías de seguros, ejecutara esas fianzas y esos avales. Y procedió de una manera implacable, no hubo prácticamente capacidad de negociación. Esto trajo como consecuencia la quiebra -para decirlo en términos bien realistas- de la compañía de seguros más grande que había en Venezuela, que era La Nacional, así como la desaparición de tres o cuatro compañías de seguros importantes, y llevó a una situación de desequilibrio financiero a prácticamente todo el mercado asegurador.

Con el respaldo de los reaseguradores, canceladas las reclamaciones en concepto de los avales, se pasó a una etapa sumamente interesante, que duró muchos años y de la que quedan algunos restos. Me refiero al proceso de recuperación por parte de las aseguradoras sobre el patrimonio que les haya podido quedar a los contratistas, especialmente en materia inmobiliaria y de propiedades, tierras, terrenos y edificios. Hasta muchos años después, se producían recuperaciones para aquellas compañías que estuvieron en crisis con los avales. La lección que esto dejó es que las aseguradoras no otorgaron más avales. Decidieron en forma unánime y de alguna manera indiscutible que, en adelante, no incurrirían en la apertura de sus operaciones para incluir avales de crédito.

Obviamente, la posición fue discutida y convenida con los reaseguradores. Se hizo un frente común para que, en adelante, la actividad de fianzas se dirigiera solamente a los conceptos que no han debido cambiarse: garantizar el fiel cumplimiento, la calidad, el buen uso del anticipo, la entrega oportuna de las obras, pero alejada siempre del concepto de financiamiento de créditos y pagos de dinero a fechas determinadas, lo que llamamos hoy garantía financiera. Eso fue también recogido por el Estado como una especie de convenio no escrito con las compañías de seguros para, al final, incorporar en la legislación una protección. Al impedir que el sector asegurador otorgara garantías financieras, simplemente estaba protegiendo a los usuarios nacionales de la actividad aseguradora, al simple mortal que compra una póliza de automóvil o una póliza de accidentes, porque su asegurador no estaba arriesgando su estabilidad financiera y patrimonial suscribiendo garantías financieras. Se lograba, así, un nivel mucho más alto de garantía económica, de seguridad y de solvencia económica para los aseguradores afianzadores.

¿Eso tendría que ver, entonces, con la inclusión de la prohibición de que las compañías de seguros emitan garantías financieras, en la Ley del 74?

La crisis de los avales arranca justamente al terminar el período del general Pérez Giménez y se extiende, desde el punto de vista de pagos a los acreedores, hasta el año 1967-68. Por ello pienso que sí pudo influir, sin lugar a dudas. La prohibición comienza en los convenios de reaseguro. Entonces, los reaseguradores retiraron de manera inmediata el respaldo al otorgamiento de avales. Por eso decía que, de una manera no contractual, pero sí convenida desde el punto de vista de la seguridad financiera, el Estado aceptó y promovió -para la salud financiera de la actividad aseguradora- que se excluyera de esa actividad la posibilidad de otorgar avales e incorporó en su legislación textualmente su prohibición.

3. ¿Por qué cree que, en nuestro país, hay una mayor tendencia a solicitar el servicio de la fianza en el sector de seguros y no en la banca?

Eso tiene, en mi opinión, varias facetas. Velocidad de respuesta: la actividad aseguradora está mucho más dispuesta al estudio y análisis de una solicitud de fianzas para su otorgamiento que la banca; en primer lugar, porque tiene una protección de reaseguro que le da -desde el punto de vista profesional- un respaldo que la experiencia va enriqueciendo y que permite mayor velocidad en el otorgamiento de fianza; en segundo lugar, el precio; la banca, por razones que le son propias, tiene un costo de emisión de esos contratos de fianzas mucho más alto que la actividad aseguradora, no solo por la distribución que hay en materia de reaseguro, sino también por sus compromisos legales que la caracterizan, como, por ejemplo, la constitución de una contrapartida en el balance por el monto total de la fianza emitida; en la actividad aseguradora, el reaseguro permite restar del balance el compromiso de una fianza otorgada por el monto reasegurado, siempre y cuando el reasegurador correspondiente esté debidamente registrado y autorizado por la Superintendencia de la Actividad Aseguradora en Venezuela. Eso hizo que la institución aseguradora asumiera prácticamente todo lo que significaba el otorgamiento de fianzas para organismos públicos. No quiere decir esto que la banca no lo haga, pero dentro de volúmenes más pequeños y restringidos.

¿No cree que influye el tipo de garantía que solicita la banca? Además, por medidas legales, tiene limitaciones para contraer compromisos y está muy relacionado con el tamaño del capital social o el monto del patrimonio.

Al no tener reaseguro, el registro del compromiso es al cien por ciento. El sector de seguros tiene esa ventaja derivada de la naturaleza misma de la actividad aseguradora, donde un reasegurador (que por su dimensión internacional posee un patrimonio a veces tan grande como el de los bancos o superior) probablemente sea mucho más solvente que la compañía cedente. La actividad bancaria es mucho más reducida en el otorgamiento de fianzas porque la carga es completa.

Con respecto a las exigencias en materia de contragarantías, la banca no está acostumbrada al manejo del concepto de riesgo. Esta es una gran diferencia entre el banquero y el asegurador. El asegurador está formado para moldear el riesgo, "acariciarlo", esperarlo y saber enfrentarlo cuando el evento ocurre. El banquero, no. Es simplemente un administrador de depósitos. Su compromiso moral frente al depositante implica ejecutar todas las acciones que sean necesarias para que nunca vaya a desviarse la garantía del depositante en el manejo de ese patrimonio. De manera que lo obliga a cerrar todas las opciones de pérdida y lo conduce a una exigencia de garantía prácticamente 1 x 1 y mejor si fuera 2 x 1 para cubrir gastos. Pero la diferencia está en que el banquero no corre riesgos.

4. ¿Por qué piensa que este producto no ha sido demandado por el sector privado?

Creo que, en Venezuela, no tenemos un sector privado, promotor del desarrollo. El sector privado venezolano, cuando se dedica a sus operaciones entre particulares, tiene una capacidad y una experiencia lo suficientemente amplias como para contratar proveedores, sean de obras, servicios o bienes, que le inspiran la confianza necesaria como para no exigir fianzas. No obstante, en los últimos años se ha dado el fenómeno del despertar en la actividad privada para también pedir, en su contratación entre particulares, la presentación de garantías. Sin embargo, hay que concluir que el único proveedor de obras o de contratos de servicio y suministro en Venezuela ha sido el Estado. Si uno analiza la historia de las fianzas en Venezuela, el 90% de la contratación es realizada por el Estado. Entonces, el Estado, por razones que le son propias -entre ellas, la ley de Salvaguarda del Patrimonio Público- establece exigencias y condiciones que obligan al suministro de fianzas.

5. Cuando investigamos sobre las características de las fianzas, encontramos que, en muchos países, una de sus condiciones es el primer requerimiento. En el caso de Venezuela no es así. En su opinión, ¿a qué se debe esta ventaja en nuestro negocio?

Esta ha sido una lucha larga de la que el sector de seguros siempre salió airoso con el argumento de que, en el caso de una obra cubierta con una fianza, el acreedor no puede esperar que el deudor de la obligación cumpla, y, si interpreta que no cumple, simplemente requerir la satisfacción de la parte económica y dejar que el fiador y el deudor se entiendan en lo que resulte de esa condición de primer requerimiento. La fianza es un contrato; la ética obliga a cumplir y ejecutar las acciones de ambas partes. El acreedor está obligado a notificar los atrasos, los vicios de la obra y cualquier cosa que implique una posibilidad de incumplimiento para que el fiador, a su vez, intervenga y no simplemente se convierta en el emisor de un cheque por razones de un incumplimiento. Con el primer requerimiento, estaríamos atentando contra una cultura de respeto, de responsabilidad hacia la actividad y la función de cada una de las partes. El sector seguros ha mantenido como bandera que el primer requerimiento implica renunciar al derecho ineludible de que el deudor también cumpla con sus obligaciones en la sociedad, que no se convierta en un acreedor que, al primer requerimiento, reciba su satisfacción, porque no está formando parte de ese compromiso social en que todos asumimos responsabilidad, derechos y deberes. Esa es mi interpretación, y con ese argumento se ha logrado en Venezuela que el primer requerimiento no exista. Además, si la institución aseguradora acepta y otorga fianzas a primer requerimiento, renuncia al derecho de defensa, al derecho de buscar la verdad, y las acciones de recuperar irían en contra.

6. ¿A qué atribuye el crecimiento en la siniestralidad, en estos últimos dos años?

A la improvisación, porque llegar a convertirse en un constructor solvente en la ejecución de obras, en un proveedor de equipos o de servicios que garanticen una satisfacción adecuada y ejecución impecable en sus contratos, se logra solo con trayectoria. Evidentemente, estamos en un escenario donde se han producido cambios muy importantes en cuanto a quiénes son los proveedores de bienes y servicios. Cuando uno trabaja con un proveedor tradicional, que lleva 30, 40, 50 años cumpliendo de manera adecuada sus compromisos, la inclinación a mantener esa relación es muy grande, porque uno está de alguna manera negociando o conviviendo con la experiencia acreditada de años de obras cumplidas.

Ese es un tema que tiene que ver con la suscripción. En los años en que me desempeñé como suscriptor de fianzas, existía una norma que solía aplicarse cuando venía el cambio de gobierno: la suscripción se restringía o se reforzaba, ya que comenzaba a aparecer un gran número de nuevas empresas, y se procedía con mucha cautela al suscribir las fianzas de las empresas que, de alguna manera, pertenecían al gobierno anterior. Si hubiera continuidad política en las obras del Estado -independientemente del partido que gobierne-, no habría tanto problema, porque se construye una experiencia y un reconocimiento de la calidad de todos los que están haciendo de actores en esta actividad. Pero, cuando se producen cambios y -en nuestro caso- un cambio de enfoque nacional profundo, de alguna manera los actores cambian, y entonces hay razones de carácter coyuntural, de carácter práctico; surge una cantidad de actores sin experiencia, no se cumplen las normas tradicionales de la contratación y se producen incumplimientos que, de otra manera, no se hubieran producido. Esta es la consecuencia de perder, en un determinado grado, la experiencia existente en el manejo de la contratación. Incluso cuando vemos que, en momentos de emergencia, se deja de dar la convocatoria para licitaciones para el otorgamiento de contratos, la aseguradora se cuestiona si la empresa favorecida tendrá las habilidades y capacidades para el desarrollo del proyecto. Eso deriva en una cantidad enorme de problemas, como la subcontratación, que hemos visto con demasiada frecuencia. El deudor no tiene la capacidad, ¿por qué no buscar un proveedor que sí la tenga? Por eso empieza, entonces, el incremento en los costos de la obra, la distribución de sus resultados y los plazos, y comienzan los problemas.

7. ¿Qué medidas piensa que deben tomar las aseguradoras u otras instituciones?

El tema más importante es la suscripción. Suscribir fianzas requiere experiencia, porque el librito es fácil tenerlo, el catálogo de elementos para suscribir, también. Pero, mientras no se construya una experiencia que permita tomar las decisiones adecuadas en cuanto a la aprobación o el rechazo de las solicitudes de fianzas, poco se hace. Creo que, al igual que en todas las actividades, no se aprende por generación espontánea, sino que se va transmitiendo de los que ya tienen experiencia a los nuevos que no la tienen aquel elemento subjetivo de suscripción, que es quizás el más importante.

El librito habla sobre el patrimonio, los equipos, el contrato, una serie de elementos que son muy subjetivos y se refieren a la trayectoria y al desempeño de quien solicita una fianza. Tiene que contar con un inventario de obras concluidas, de trabajos terminados a satisfacción para que se incorpore en la suscripción ese elemento que garantiza los buenos resultados. Esto conduce a algo que yo he dicho en alguna oportunidad, porque, al estar el sector de seguros activo en fianzas, se producen, dentro de la actividad aseguradora, dos reacciones: en materia de reclamaciones o en materia de siniestros. Cuando ocurre un reclamo en incendios porque cayó un rayo y quemó un almacén, o un reclamo en transporte porque se volteó una góndola y desapareció la carga, el que suscribió el riesgo simplemente lo toma como un hecho para el cual estaba preparado, porque para eso es que emite la póliza de incendio o la póliza de trasporte.

No obstante, cuando ocurre una reclamación en fianzas, quien suscribió la fianza comienza a sufrir porque siente que es un reclamo que no ha debido presentarse. Su vínculo con la suscripción es demasiado afectivo, y el reclamo le produce una angustia que no debería sentir, pero es así. Entonces, su nivel de sufrimiento es muy grande porque está muy involucrado en la suscripción, hay un elemento que es subjetivo. En el incendio o en el transporte, es un hecho azaroso externo el que produjo un daño. En la fianza -no quiere decir que necesariamente la totalidad obedezca a esa argumentación- la parte subjetiva tiene un peso muy grande. De manera que concluyo que el tema es la suscripción.

¿No cree que debería existir más control por parte del regulador?

En lo personal, soy amigo de la menor intervención posible en todas las actividades. Mientras más esfuerzos se hagan en el crecimiento de los valores, la dedicación, el respeto, la solidaridad, menos necesidad hay de la intervención de la autoridad, de la fiscalización y de la sanción. Lamentablemente, el mundo ha cambiado. Si revisamos la historia, en la actividad aseguradora había una manifestación de compromiso que se llamaba "cobertura provisional", que llegaba por vía telefónica, y se ha terminado por razones que todos conocemos: "Si no me lo pones por escrito y me lo firmas, yo no tengo la cobertura". Entonces, simplemente, esas dos manifestaciones tan sencillas son el resultado de la evolución desviada de la conducta social o la conducta comercial.

8. ¿Qué opinión le merece en materia de fianzas la nueva ley de la actividad aseguradora?

No estoy muy familiarizado con la nueva ley de seguros en materia de fianzas, porque mantuvo las regulaciones, de alguna manera, sin modificación, salvo la relacionada con el otorgamiento de fianzas limitado por cliente al capital pagado de la compañía de seguros. El superintendente de seguros dio una interpretación muy adecuada, en salvaguarda de la actividad; en cierto modo, enseñar a quienes redactaron la ley que se les olvidó totalmente la existencia -en el caso de las fianzas (no sé si en otro ramo también)- de lo intrínseco de la actividad aseguradora, que es el reaseguro. La actividad aseguradora quizás sea -y mucho más que la banca- la única actividad humana que tiene tendida una red, una telaraña universal. Por ejemplo, un laboratorio produce un fármaco, lo vende y punto, limitado a uno, dos o tres mercados. Pero la actividad aseguradora, por el requerimiento que se tiene de la dispersión del riesgo, ha conducido -en tantos años de desarrollo- a la participación universal de actores en la función de riesgo. De manera que tú aseguras el puente del lago de Maracaibo y, probablemente, para decirlo en términos coloquiales, la mitad del primer pilote esté asegurado o protegido por reaseguradores africanos, australianos o rusos, y la otra parte, por otros. Lo que quiero indicar es que el superintendente entendió que el reaseguro es el paraguas que permite la existencia de la actividad aseguradora en todo el mundo, en sus exposiciones catastróficas y en los grandes riesgos, porque un terremoto, una manifestación de la naturaleza de carácter catastrófico, sin el reaseguro no es posible. Y lo mismo pasa en la fianza, que puede tener consecuencias catastróficas si hay una debacle en un momento determinado por cualquier razón; entonces, con una protección de este tipo, se garantiza la continuidad de la actividad.

Esta limitante ha llevado a una serie de consultas por parte del sector ante el ente regulador, con el fin de exponer su posición. El trabajo de la Cámara a través del comité asesor de fianzas, la oportunidad de plantear el tema en el encuentro internacional de seguros y cuáles eran sus consecuencias lograron preocupar al legislador y, hace unos días, la prensa publicó un artículo donde se señala la modificación de esta limitante dentro de la ley de la actividad.

Eso demuestra que donde hay diálogo se consiguen resultados, salvo cuando tropiezas con la pared política de un gobierno. Al final del día, soy de los que creen que el proceso es lento porque no lo pueden manejar rápido; y el proceso de llevarlo a un sistema que no es nuestro sistema tradicional dificulta algo más el tema.

9. ¿Cómo ve el mercado y el negocio de fianzas en Venezuela, en el corto plazo?

Sin cambio alguno. Yo creo que va a seguir reduciéndose el volumen de operaciones y de proyectos públicos, salvo necesidades puntuales que pueden presentarse. El ramo de fianzas está, en este momento, atravesando un período difícil. En este país, el promotor de obras es el Estado, un Estado ahora centralizado, que ha venido disminuyendo su actividad pública. El ramo de fianzas va a seguir contraído.

10. Para finalizar, quisiera aprovechar la oportunidad para preguntarle sobre el desarrollo y la proyección del seguro de crédito en nuestro país.

Creo que el seguro de crédito en Venezuela está siendo reconocido. La Mundial de Seguros ha iniciado una campaña importante de presentaciones en las distintas cámaras comerciales e industriales, en los intermediarios de seguros, en algunos mecanismos de publicidad que permitirán que el país conozca nuestra existencia y la existencia de este producto. Eso se está reflejando ya en una reacción positiva de desarrollo del ramo, porque, de alguna manera, es un elemento de tranquilidad para las industrias, para las distribuidoras de bienes, para los fabricantes en general y para todo el que tenga un negocio importante y quiera aumentar su nivel de tranquilidad económica cuando tiene de aliado a una organización que está pendiente del atraso en el pago de sus facturas. No en el sentido de persecución, sino en el sentido de una llamada de atención para establecer correctivos y para ayudar, de alguna manera, a que se mantengan esos vínculos comerciales de forma exitosa. Hoy el mercado venezolano comercial, industrial está accediendo de manera más amplia que en el pasado al conocimiento de esta oferta que hace La Mundial, que permite apuntalar la tranquilidad económica.

Entrevista realizada por Gipsy Chafardet, Americana de Reaseguros SA, Caracas, Venezuela, Octubre 2011