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América latina dentro del contexto del colapso financiero global: entre la crisis y la capacidad de recuperación

Markus E. Straubinger
Zurich
Suiza
markus.straubinger@ubs.com

El colapso financiero que comenzó hace 18 meses en el mercado de tomadores de préstamos hipotecarios de alto riesgo de los Estados Unidos se ha transformado en una indudable crisis económica global y ha desencadenado en todo el mundo una ola intervencionista estatal sin precedentes. Las economías emergentes, que se mantuvieron comparativamente bien durante los primeros nueve meses de 2008, están soportando una fuerte presión porque la huida de los inversores hacia la seguridad y la liquidez disparó la venta de los activos de los mercados emergentes. A medida que la economía global sigue entrando en recesión debido a un desapalancamiento sustancial en la mayor parte de los países de la OCDE, las proyecciones de crecimiento del universo de los mercados emergentes se han reducido abruptamente y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ahora espera que las economías emergentes se expandan solo un 5,1% en 2009 (un punto menos que en las proyecciones previas). América latina, por ser una región que durante mucho tiempo estuvo en el epicentro de las crisis financieras globales ha demostrado una notable capacidad de recuperación en las últimas semanas. Sin embargo, dados los intensos lazos comerciales y financieros entre América latina y el resto del mundo, existen cada vez más evidencias de que la crisis ha comenzado a golpear con fuerza. Una vez dicho esto, como los elementos básicos que determinan la situación y el curso de la economía han mejorado en forma significativa, América latina en su conjunto parece mejor preparada que nunca para manejar el colapso global. No obstante, navegar en medio de la turbulencia podría ser un desafío para el que algunos países parecen mejor preparados que otros.

No tapar la crisis financiera global (y la recesión global)

Con el alza súbita del valor de los productos básicos, la fuerte demanda local y la profundización del sector financiero, la primera mitad de 2008 ha sido relativamente benigna para América latina. Sin embargo, a medida que hacia el fin del verano el nivel de contracción en la toma de riesgos por parte de las economías avanzadas se extendía a los mercados emergentes, los mercados de capitales y de endeudamiento de la región se vieron considerablemente presionados. Los mecanismos de transmisión del colapso y la desaceleración global implican la reducción de flujos de capital, la rebaja de precios para las exportaciones de productos básicos de la región y una menor demanda externa por parte de los países de la OCDE, que se preparan para una fuerte recesión. Debido al deterioro global de las condiciones crediticias, el costo del financiamiento ya se ha disparado, y el acceso al crédito externo ha comenzado a retraerse a medida que los inversores se retiran. Otro indicador de mayor tensión es que en la región se han elevado los márgenes soberanos y se puede observar la misma tendencia en el mercado de obligaciones corporativas.

La primera prueba de tensión para la mejora que muestran los factores fundamentales que determinan la situación de la región

La región ingresa en este período de caos desde una posición de relativa fortaleza macroeconómica. Creció a un ritmo anual del 5,3% en el periodo 2004-08, el más sólido de las tres últimas décadas. Si se hace una comparación con episodios pasados, se han dominado los déficits públicos, ha disminuido la presión inflacionaria y los balances de la región hoy son menos vulnerables a las perturbaciones monetarias. Los esfuerzos por efectuar una reforma estructural han dado por resultado un mayor ritmo de crecimiento en muchas de las economías del continente y los marcos de políticas se han tornado más maduros. Los sectores financieros también se han vuelto más sólidos, con niveles más altos de capitalización y rentabilidad. Resulta sorprendente que, en su última proyección de crecimiento, el FMI siga pronosticando para el próximo año un crecimiento positivo (2,5%) en América latina.

Los compromisos internacionales, como por ejemplo las líneas de intercambio de divisas entre la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) y los bancos centrales de Brasil y México en octubre de 2008, y la nueva línea de crédito a corto plazo del FMI también deberían ayudar a encauzar las secuelas del colapso global.

A pesar de todo esto, la magnitud y el ritmo de la crisis económica global actual indican que es bastante segura la hipótesis de que 2009 podría ser la primera "prueba de tensión real respecto del progreso de los países de la región en los últimos años", según palabras de Nicolás Eyzaguirre, director del Departamento para América latina del FM 1

Desafíos globales e historias de países

No debe sorprender, dada la heterogeneidad de la región, que algunos países parezcan mejor posicionados que otros para navegar en estos tiempos tormentosos. Los países de la región no solo se verán afectados por la crisis de forma diferente, sino que también diferirá en forma significativa el espacio para las maniobras políticas.
Brasil ingresa al colapso mucho mejor posicionado que en otros momentos de su historia reciente, con una deuda pública relativamente baja y con una posición mucho menos vulnerable a los vaivenes de las divisas, con grandes reservas de moneda extranjera y una actividad económica sólida. Las autoridades han tomado medidas decisivas para estabilizar los mercados y para proteger al sistema bancario -y en forma indirecta al sector corporativo- del presente colapso, incluido el otorgamiento de poderes adicionales para el banco central y fondos adicionales para compensar el déficit en la financiación de exportaciones.

El viento en contra de la desacelaración global, y en especial de la tambaleante economía de los Estados Unidos, ha afectado mucho a México. Las perspectivas de crecimiento son muy inciertas, en especial si en los E.E.U.U la recesión resultara ser más profunda y prolongada de lo que actualmente se supone. A pesar de la línea de compromiso de intercambio de activos con la Fed de los Estados Unidos, el peso sigue bajo una intensa presión y los funcionarios que formulan las políticas están enfrentando un dilema cada vez mayor entre combatir la inflación, que sigue relativamente incólume, y tratar de fijar políticas fiscales contracíclicas para ayudar a encauzar las secuelas de la crisis. Sin embargo, los anteriores esfuerzos para lograr una reforma estructural y la mejora del marco de políticas ayudarán a mitigar las secuelas de la crisis.

Los países andinos de América latina están particularmente expuestos al debilitamiento de los precios de los productos básicos. Si bien la presente corrección podría poner sus cuentas corrientes bajo tensión en el corto plazo, la mejora en los marcos de las políticas y la mayor fortaleza de los sectores financieros deberían ser un buen augurio para capear esta crisis.

Por otra parte, Argentina podría enfrentar la caída más abrupta del crecimiento de la región porque la demanda de exportaciones, los precios de los productos básicos y las inversiones están cayendo como consecuencia de la crisis. Además, la heterodoxa formulación de políticas por parte del gobierno, que se refleja en su reciente decisión de nacionalizar los fondos de pensión privados del país, ha minado aún más la ya frágil confianza del inversor. De modo similar, las políticas poco convencionales de Ecuador, Venezuela y Bolivia conllevan el riesgo de agravar el actual colapso.

Para resumir, el cambio desfavorable de la coyuntura global en lo económico hará que el futuro cercano se presente como un gran desafío para América latina. Al igual que en el resto del mundo, la región verá desacelerar su crecimiento a medida que se retrae el crédito y que las empresas y los hogares reducen el gasto. No obstante, teniendo en cuenta experiencias anteriores, la región está mostrando una notable capacidad de recuperación, también cuando se la compara con otros mercados emergentes. Las medidas de estabilización que se toman en toda la región, al igual que la mejora de los factores fundamentales que determinan la situación, deberían amortiguar lo peor de la crisis. Y aunque persistan las diferencias nacionales, la región parece estar mejor preparada que nunca para absorber el impacto de estos tiempos tormentosos.

1 http://www.imf.org/external/pubs/ft/survey/so/2008/CAR112408B.htm