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Consecuencias de la crisis del mercado de capitales sobre el seguro de crédito y la fianza


Elmar Schieder
Munich Re (Alemania)
ESchieder@munichre.com

Las consecuencias de la crisis que vemos en nuestras líneas de negocios difieren mucho en tamaño e intensidad según los diferentes países, las diferentes ramas de nuestro negocio y según las compañías. Antes de formular algunas observaciones comunes -o por lo menos frecuentes- miremos un poco hacia atrás.

En la última década hemos tenido dos años negativos (desde un punto de vista internacional): 2001 y 2002. Esos dos años arrojaron índices de siniestralidad de alrededor del 100% y aún más. En los años siguientes pudimos ver índices de siniestralidad del 30% y menores. Mientras sus resultados se desplomaban, las compañías de seguros trabajaron mucho: aumentaron los precios y las retenciones de los clientes, mejoraron la suscripción de los riesgos, redujeron los límites y mejoraron el manejo de los reclamos. Cuando por fin pudo verse la luz al final del túnel, comenzaron a competir nuevamente y olvidaron las mejoras que acababan de introducir. Es decir, pasó lo mismo que al final de todos los ciclos anteriores. Pero había algo nuevo: habían desarrollado instrumentos para controlar los riesgos mucho más cuidadosa y eficientemente. Se introdujeron nuevos sistemas informáticos y/o se mejoraron los existentes con herramientas de suscripción automática, sistemas de advertencia temprana y modelos de riesgo, sofisticados métodos matemáticos de fijación de precios y otros adelantos por el estilo. La industria en su conjunto había dado un gran paso adelante en cuanto a su tecnología, e introdujo técnicas que había visto en los bancos y que eran aplicadas por estos. Estas nuevas tecnologías fueron muy eficientes y quizás esa sea una de las razones por las que el período negativo fue tan corto.

Como consecuencia, los bajos índices de siniestralidad también hicieron pensar en qué momento los clientes dejarían de comprar el producto, porque les resultaba fácil darse cuenta de que sus aseguradores de crédito y afianzadores estaban haciendo pingues ganancias.

En estos momentos se observa una nueva caída, que tenemos delante o que ya nos afecta. Y no hay duda de que nuestra industria se verá seriamente afectada en todo el mundo. Empezamos a aumentar nuevamente las tasas y retenciones, a implementar franquicias y a reducir límites. Y nuevamente nos damos cuenta de que las primas eran buenas en los buenos tiempos, pero no suficientes para las épocas malas. Y hay mucho que mejorar en el terreno de evaluación de riesgos, suscripción y manejo de las reclamaciones. Pero: ¿qué pasó con los nuevos sistemas que se introdujeron a costa de mucho dinero y trabajo, y de los cuales estábamos tan orgullosos? ¿ que parecían funcionar tan bien?

Funcionaron bien en los buenos tiempos. Ahora pueden ser probados en las circunstancias para las que fueron pensados. Ahora podemos ver las debilidades que tienen y los vacíos que dejan. Esta es la primera vez desde 2002 en que podemos descubrir cuáles son las partes que resisten y cuáles no. Podrá ser una experiencia costosa, pero debería pagarse al final. Porque si perdemos esa oportunidad continuaremos trabajando con herramientas que pueden resultar buenas cuando no hay problemas, pero que podrían ser inútiles para sobrevivir en las épocas malas.

Les doy un ejemplo que creo que es obvio: algunas aseguradoras de crédito y afianzadoras confiaban en las calificaciones de compañías calificadoras profesionales y hacían un mínimo esfuerzo para evaluar los riesgos por sí mismas. Como hemos visto y experimentado día a día, esas calificaciones son la fotografía de un momento, y ese momento a menudo se produjo un par de meses atrás. Por otra parte, las agencias calificadoras establecieron los índices de capital para sus calificaciones y fijaron las normas de requisitos mínimos de capital. Esas normas obviamente no se hicieron para las épocas difíciles, si no, no veríamos tantas compañías con excelentes calificaciones que ahora están en dificultades.

Otra lección para aprender es que los "sistemas de advertencia temprana" que se implementaron no dieron aviso sobre los problemas con la debida antelación. ¿Por qué? "Porque la crisis fue repentina", es la respuesta que se oye por ahí. Pero si es así: ¿La tomamos solo como un hecho o tratamos de mejorar los sistemas para la próxima crisis? Otra respuesta es que las hipótesis con las que trabajaron eran incorrectas, nadie pensó en un mercado crediticio enfermo. Quizás debamos elaborar escenarios que no dupliquen solo lo conocido (como el escenario "1929") sino que controlen los factores de estabilidad del "ambiente crediticio". Por cierto necesitamos continuar nuestro proyecto PML- Credit para incluir en nuestros cálculos los datos sobre la nueva experiencia en reclamaciones.

Ahora, cada uno debería hacer su tarea para poder mejorar sus instrumentos y lo hará para estar mejor posicionado la próxima vez. Pero no es suficiente. Deberíamos compartir nuestra experiencia, y esta es la razón de ser de los comités de la APF, mejorar la tecnología de punta de nuestra industria. Por otra parte, no deberíamos hablar solamente sobre lo que salió mal o no funcionó sino también sobre las historias de éxitos. Sobre los casos donde una inteligente administración de riesgos o prevención de siniestros hizo que el asegurador evitara o minimizara la reclamación.

Tenemos una buena oportunidad para hacerlo en la próxima Asamblea de APF en México. Por lo tanto, si tienen buenos casos para presentar comuníquenlo a la Secretaría y así todos podremos aprender de su experiencia y aprovechar las conclusiones de ese caso.