En esta sección, usted encontrará anécdotas, logros, hitos de nuestra vida institucional. Honrar nuestra historia es honrar a quienes nos antecedieron, a nosotros mismos y a los colegas que seguirán nuestros pasos: ellos aprenderán de nuestra experiencia. En el mundo son pocas las instituciones que tienen el privilegio de repasar su propia historia de la mano de sus protagonistas. La APF es una de ellas. El Lic. Jorge Orozco Lainé no sólo fue testigo de nuestros primeros pasos sino que sigue de cerca cada una de nuestras actividades con el mismo entusiasmo, creatividad y generosidad que en aquellos días. Los invitamos a acompañarnos en este emotivo recorrido. Jorge Orozco Lainé . Presidente Emérito de la APF (Nota: Los comentarios del Lic. Orozco Lainé fueron publicados en Noticias@APF entre los años 2007 y 2010). |
Introducción (año 2007)
Hace algunas semanas, tuve la oportunidad de mantener una agradable conversación con nuestro presidente, el Dr. Aníbal López. Por diversos motivos, recordamos hechos acontecidos en nuestra Asociación que han pasado inadvertidos o a los que nunca hemos dado su debida significación, y que ahora resultan anecdóticos e históricos.
Aníbal me sugirió que relatara algunos de ellos, tomando en cuenta que he tenido el privilegio de formar parte de la Asociación desde 1972. Acepté su propuesta y le comenté que sería bueno referirme, en primer lugar, a los inicios de nuestra institución y mencionar a los hombres que la fundaron y sus aportes en esos primeros años.
Como narrar estos hechos podía resultar un poco largo, decidimos ir entregando pequeños capítulos de esta historia a fin de que nuestros actuales colegas puedan conocer, o recordar, algunos acontecimientos que dieron vida y forma a nuestra Asociación a lo largo de estos casi treinta y cinco años.
Comencemos, entonces, con el relato...
A principios del año 1972, dieciocho empresas dedicadas a la función afianzadora, principalmente del continente americano, firmaron la "Carta de Jamaica" y se comprometieron a realizar una labor en sus respectivos países para congregar a sus colegas.
Las empresas que se reunieron en Jamaica están listadas en varias de las publicaciones de la APF, y el contenido de la Carta ‑que sigue siendo el principio de nuestra agrupación‑ seguramente ya es de conocimiento de los lectores.
Durante ese encuentro, también se decidió celebrar la Primera Asamblea en ese mismo año. México ofreció ser anfitrión, y se eligió como sede el puerto de Acapulco, y como fecha, del domingo 29 de octubre al miércoles 1.° de noviembre.
La bahía de Acapulco era un lugar espléndido para realizar convenciones. Además de magníficos hoteles con las instalaciones necesarias, tenía la dimensión de ciudad así como otros atractivos turísticos que constituyeron un marco perfecto para llevar a cabo este primer evento. Aquí debo advertir que, con el crecimiento que ha tenido en estas tres décadas y media, Acapulco se ha convertido en un lugar complicado, y para las reuniones que actualmente se realizan, se elige algún gran hotel y todas las actividades se centralizan en él.
¿Cómo se desarrolló esta primera asamblea? Fue, al tiempo que sencilla, de una gran cordialidad, y contó con la presencia de 54 delegados y 16 observadores.
Nuestro primer presidente fue don Pascual Gutierrez Roldán; vicepresidente, Richard A. Hubbard; tesorero, Antonio P. Lomónaco; y secretario general, Agustín de Vedia (h.). El Comité Ejecutivo estaba formado por seis miembros, y los Comités Permanentes fueron: Organización y Admisión (coordinado por INA Reinsurance Co.); Jurídico (La Venezolana de Seguros); Finanzas (Highlands Insurance Co.); Técnico (Compañía Colombiana de Seguros).
Don Pascual, presidente del Consejo de Administración de La Guardiana, pronunció uno de los discursos inaugurales. En una amigable alocución, trazó una síntesis de nuestro país, describió sus aspectos sociales y económicos y dio la bienvenida en nombre de las compañías anfitrionas.
De las palabras que dirigió a los presentes Charles K. Cox, presidente de la Insurance Company of North America, recuerdo una frase: “Se necesitan muchos ladrillos para construir un edificio". Se refería al trabajo que habían realizado con tenacidad y constancia esas dieciocho empresas afianzadoras que firmaron la "Carta de Jamaica". Y concluyó señalando que la forma de alcanzar el progreso es modificar nuestras ideas y complementarlas con otras, para crecer de acuerdo con la filosofía de la excelencia.
Por último, la intervención de Agustín de Vedia tuvo la característica de resumir el propósito de la creación de la Asociación como órgano institucional para proyectar nuestro objeto social internacionalmente: "Es con conciencia de esa responsabilidad, que nos preparamos para crear, dentro de este nuevo ámbito, las condiciones de capacidad técnica y comercial que hagan posible el cumplimiento cabal de nuestra función". Destacó, finalmente, un reconocimiento a los esfuerzos personales de Richard A. Hubbard, Jack Fitzgerald y Jaime Encinas, y su incondicional apoyo para la creación de la Asociación.
Continúa el relato...
Lunes 30 de octubre de 1972. Estábamos en Acapulco, reunidos en "La Veranda"; así se llamaba el restaurante donde desayunábamos los asistentes, a las 9, antes de iniciar las sesiones; en este sitio conocí a varios personajes a los que iré describiendo en capítulos posteriores. El día transcurrió con diversos actos: por la mañana se reunió el Comité Ejecutivo; por la tarde se llevó a cabo la primera reunión formal general, a la que asistimos los fundadores, miembros activos y asociados. Se confirmó en sus puestos a los funcionarios don Pascual Gutierrez Roldán, presidente; Antonio P. Lomónaco, tesorero, y Agustín de Vedia (h.), secretario general. Los estatutos fueron ratificados, y se entregaron pergaminos y medallas a los fundadores y miembros activos. Con una recepción informal, en el mismo hotel, concluyó esta primera jornada.
Al otro día, martes 31, después de la ceremonia de inauguración, se llevó a cabo el primer panel, denominado "Consorcio de Contratistas". Lo coordinó el Lic. Pedro Escudero, quien fue durante largos años el subdirector de La Guardiana. Participaron como panelistas Donald Spickard, vicepresidente de General Insurance de Seattle, y Jaime Encinas, asistente del Director General de INA Reinsurance Co. Con el tema antes indicado, nuestra Asociación inició una modalidad que se ha convertido en tradición: las conferencias compartidas, en las que intervienen expositores que trabajan en diferentes mercados y que nos han aportado experiencias sumamente valiosas.
Curiosamente, las palabras con las que inició su ponencia el Sr. Spickard señalaban ya un problema por resolver en el corto plazo, la emisión de pólizas para los grandes proyectos que requieren la participación de varios contratistas, o bien aquellas que, por su complejidad, necesitan la intervención de varios especialistas. Explicó que las épocas requerían la reunión de un equipo de contratistas, para que, mediante su esfuerzo combinado, realizaran obras de gran envergadura, poniendo como ejemplo la Presa Hoover. La referencia anterior lo llevó a plantear la forma en que el afianzador-suscriptor debería analizar la responsabilidad que asumiría: "Conocía al contratista, sus habilidades, su experiencia, capacidad económica y prestigio"; "Había realizado un estudio de los integrantes de la posible asociación de los contratistas y conocía el contrato que habían suscrito…".
La experiencia ganada en cuanto a pasados entendimientos verbales hacía necesario que el afianzador cuidadoso vigilara, antes de la suscripción, los puntos señalados. Finalizó con una afirmación que me quedó grabada: "Muchos de los contratos, convenios, pólizas de garantías de subcontratistas, y más detalles que el afianzador recaba antes de suscribir, no sirven para ningún propósito útil cuando los contratos se cumplen en sus términos; la única ocasión en la que resultan invalorables es cuando todo ese acervo legal se requiere por falta de cumplimiento del fiado; en ese momento, ya no se puede obtener. Más vale ser precavido en la emisión, como si la póliza fuera a ser reclamada".
Por su parte, Jaime Encinas se refirió a la forma en que pueden agruparse los contratistas. Citó diversos casos exitosos en los que se había tomado en cuenta este tipo de asociaciones para el cumplimiento de los contratos, su conveniencia, así como los fundamentos legales que operaban en distintos países. Cabe recordar que, a principios de la década del setenta, el mundo aún estaba lejos del concepto del "joint venture", figura jurídica ampliamente usada hoy en día y que ha arrojado beneficios significativos. Es posible que en nuestra Asociación se hayan gestado figuras que sirvieron para el desarrollo de este tipo de contratos, un aporte al que tal vez aún no hemos dado su verdadero valor.
Las presentaciones anteriores tuvieron un efecto sorprendente. Dirigidos con habilidad por el Lic. Escudero, todos los asistentes fueron motivados para intervenir, cada vez con mayor detalle. Cada uno de los participantes advertía que los aportes que realizaban sus colegas nos llevaban a establecer respuestas a casos o a preguntas que quizá nos habíamos planteado. Ciertamente, apreciábamos que nuestras coincidencias en la operación se repitieran en los demás países presentes. Esto condujo a un explicable acercamiento entre personas que se habían conocido esa mañana; aun cuando nuestro diario trabajo estaba lejos en distancia, era similar en contenidos y posibles soluciones.
El moderador tuvo que suspender las preguntas y los comentarios, pues se nos había pasado la hora que teníamos destinada a la labor técnica. Debíamos prepararnos para asistir a una cena fuera de nuestro hotel.
Las instituciones mexicanas de fianzas habíamos organizado una cena en un lugar típico de Acapulco, "La quebrada". Tal vez sea único en el mundo (posiblemente ya conocido ahora por algunos de mis lectores). El sitio se encuentra casi en el centro de este puerto. Es un acantilado de aproximadamente 35 metros de altura y, desde el risco más alto, se lanzan clavadistas cuando aprecian que la ola se acerca y va a romper contra el muro que forman las rocas. Es peligroso y espectacular. El show se inicia cuando el clavadista salta frente al risco, cruza el tramo de mar que lo separa, sube por las rocas el acantilado. Al llegar a la piedra que está en su cima, prende dos antorchas y sujeta una en cada mano; se aproxima al precipicio, observa la velocidad con que se acerca la ola y, tomando en cuenta el tiempo de la parte más alta de la cresta, se lanza en un clavado asombroso. Cuentan que hace muchos años, a finales de los años treinta, Johnny Weissmuller (actor que personificaba a Tarzán) se lanzó desde allí y confirmó su extrema dificultad.
En ese lugar hay una terraza con un restaurante perteneciente a un hotel que tuvo una gran fama. Por ello, las afianzadoras mexicanas decidimos organizar aquella primera cena en este particular sitio. Debo indicar que no esperábamos que los invitados, y menos aún los anfitriones, desearan emular a los clavadistas.
Así pues, tuvimos la oportunidad de presenciar varias demostraciones de estos afamados e intrépidos lugareños, que a la fecha siguen llevando a cabo este singular y conocido espectáculo. La cena fue un éxito.
Concluyo esta segunda parte de mi historia comentando que, a nuestro regreso al hotel, el Lic. Ignacio Gómez Urquiza ‑figura a la que me referiré en capítulos siguientes con mayor amplitud‑ tuvo la gentileza de invitar a los ya muy trasnochados (diría sobrevivientes) a un afamado club privado que estada a pocos pasos del hotel: "Armando´s le Club".
A este distinguido y exclusivo sitio solían concurrir los importantes propietarios de las casas de Acapulco. Se reunían allí después de la cena y acostumbraban llevar a sus invitados. Fue la primera discoteca de gran distinción en el puerto. Al llegar, advertimos que "Nacho" ‑como lo llamábamos todos‑ no solo era conocido en el lugar, sino que casi podría decirse que parecía el dueño de algunos metros cuadrados del club. "Don Nacho ‑le dijo el mozo de la entrada al verlo‑, pase usted con sus invitados"; "Capitán don Nachito, qué gusto de verlo, ¿cuántas personas van a ser hoy en 'su' mesa?". En medio del ruido ‑característico de estos lugares‑, saludó a un buen número de personas y nos presentó al propietario. Permanecimos un buen rato. A todo esto, parecía que Nacho se acababa de levantar. Era un sujeto incansable.
Poco a poco nos fuimos despidiendo de nuestro anfitrión. Al llegar al hotel, advertí que eran casi las 5 de la mañana; en pocas horas más, se iniciaría el segundo seminario. El día había sido largo: 22 horas de actividad.
Continuamos recordando la primera Asamblea de la APF.
Y llegamos al día 1.° de noviembre de 1972, una jornada con tantas actividades como las que nos habían precedido. El aspecto académico resultaría novedoso e interesante; el encuentro social sería de despedida. Creo que esta narración despertará aún más interés si me refiero a lo ocurrido en el desarrollo de los paneles, ya que los temas tratados siguen teniendo actualidad.
A las 9.30 de la mañana se inició el segundo panel, denominado "Contragarantías" y conducido por William French, vicepresidente de American Re. Co. Intervinieron como disertantes Arturo Brillembourg, presidente de La Venezolana de Seguros; Mario Granai, gerente general de Granai & Townson, y Firmino Whitaker, director general de São Paulo Cia. General de Seguros, todos ellos, fundadores de la Asociación.
Relatar cada una de las magníficas presentaciones que ofrecieron los cuatro participantes implicaría extenderme demasiado. Así que intentaré resumirlas sin dejar de aclarar, no obstante, que sus disertaciones han tenido efectos importantes en el desarrollo de las empresas afianzadoras y, como podrán apreciar, su contenido es materia de nuestra actividad cotidiana.
En primer lugar, si partimos del concepto de que las contragarantías o convenios de indemnización constituyen el medio de proteger nuestras instituciones de posibles pérdidas financieras que deriven del reclamo de la fianza, antes de considerar la bondad de estas es indispensable analizar la obligación por garantizar y comprobar la capacidad técnica, financiera y moral del potencial afianzado. Así pues, la primera conclusión a la que se arribó fue: "La emisión no debe basarse en la contragarantía; primero hay que analizar la responsabilidad que asumiría la afianzadora si otorgara la fianza".
En teoría, la compañía afianzadora presta al afianzado su garantía ‑a cambio del pago de una prima‑, para que este pueda cumplir con su compromiso contractual. Por su parte, el afianzado debe previamente demostrar a la afianzadora su capacidad para cumplir con dicha obligación.
Independientemente de ello, tiene que probar su solvencia ‑propia o respaldada por un tercero‑, a fin de que, en el caso de incumplimiento, ponga a disposición de la afianzadora la liquidez necesaria para realizar el pago al beneficiario. Segunda conclusión: "Cualquier tipo de garantías no hace bueno un mal caso, y menos, el cobro de una tarifa elevada".
Cada uno de los expositores relató el sinnúmero de garantías que el afianzador profesional puede instrumentar, resaltando aquellas que, por experiencia propia, son más efectivas. La agilidad del instrumento jurídico permite la aceptación de un tercero obligado, por lo cual, si bien el afianzado puede no contar con la capacidad financiera para soportar el monto de la fianza, el tercero aporta ese requisito mediante su compromiso. En estas obligaciones de hacer, es indispensable demostrar la capacidad de cumplir así como la solvencia moral. Tercera conclusión: "El historial del afianzado en una afianzadora es sumamente importante".
Como ejemplo de garantía se mencionó lo que en México se conoce con el nombre de "afectación en garantía". Esta modalidad, que está regulada por la Ley Federal de Instituciones de Fianzas, presenta una característica: a través de una anotación en el Registro Público de la Propiedad y de Comercio, se establece que el bien otorgado en garantía queda afectado a favor de la afianzadora hasta la cancelación de dicha garantía.
La última parte de este panel estuvo dedicada al tema de las garantías consistentes en la solvencia del solicitante o afianzado. Los grandes contratistas, las empresas multinacionales, las sociedades que se encuentran registradas en bolsas de valores o simplemente calificadas, requerían ‑y siguen requiriendo‑ fianzas para garantizar diversos tipos de obligaciones. No constituían ‑ni lo hacen hoy día‑ más garantía que su propia solvencia, ya que tienen la capacidad económica necesaria para responder ante la afianzadora en caso de incumplimiento. Cuarta conclusión: "Es conveniente fijar un límite en la suscripción y estudiar la posibilidad de crear una oficina de registro de responsabilidades en vigor para grandes usuarios". Esta última conclusión me lleva a recordar que, hace algunos años, tuvimos elevados y repetidos reclamos de clientes que creíamos infalibles. Sin embargo, hoy, que conocemos los casos, comprobamos que los pronósticos se cumplen cuando no se observan las reglas.
Volviendo al panel, el reducido número de asistentes nos permitía intervenir con frecuencia, lo cual hacía más interesante el debate. Teníamos en común los problemas y las dudas, y por ello todos deseábamos conocer otras experiencias. Si bien advertíamos cierto progreso, se planteaban nuevas y complejas soluciones. No obstante, como el tiempo no se detiene, debimos dar paso al siguiente panel, seguramente con la idea de continuar con el tema anterior en un breve plazo.
Para desarrollar el tercer panel, titulado "Tarifas de primas", se había designado a William Fettis, vicepresidente de Seaboard Surety Co., y a Grant W. Laycock, gerente de la Canadian Indemnity Co. Cada expositor basó sus comentarios en la forma en que se celebraba el contrato de fianzas en su respectivo país cuando derivaba de obras públicas. William destacó la primera ley promulgada en los Estados Unidos de América al respecto (de 1894) y la posterior Ley Miller, y señaló los porcentajes de cobros relacionándolos con los montos garantizados. Por su parte, Grant se refirió a la licencia federal que concedía el gobierno canadiense para el otorgamiento de la licencia de operación establecida por la Ley de compañías aseguradoras canadienses y británicas.
Uno de los aspectos que más interés despertó fue la competencia con los bancos debido a los costos de sus garantías. Se comentaron las diferencias que existían entre las dos clases de entidades así como la conveniencia de las fianzas respecto de las cartas de crédito. Dado que este tema será tratado en un posterior artículo ‑pues ha sido materia de varias ponencias‑, no lo desarrollaré en esta ocasión.
La última disertación de esa mañana, que llevaba como título "El seguro y la fianza, análisis y diferencias fundamentales", estuvo a cargo del Lic. Pedro Escudero, subdirector de La Guardiana, Cía. General de Fianzas. Esta breve conferencia resultó especialmente relevante, ya que gran parte de las empresas participantes tenía la posibilidad de emitir fianzas dentro del ramo de diversos. Por lo tanto, Pedro comenzó por distinguir de manera detallada las principales características de cada contrato desde los puntos de vista jurídico, técnico, operativo y comercial. Los términos que empleamos en nuestros acuerdos confunden desde un principio ambas operaciones. Sin embargo, para marcar las diferencias basta con señalar tres aspectos: a) La fianza cubre una responsabilidad; el seguro, un riesgo (técnico). b) La fianza se compra; el seguro se vende (comercial). c) Las obligaciones jurídicas varían según los contratantes.
El tiempo destinado a las ponencias se había agotado. En mi opinión, esa mañana del 1.° de noviembre de 1972 marcó la pauta que hemos seguido a lo largo de estos 35 años de vida de nuestra querida APF en cuanto a la forma de presentar nuestros trabajos y desarrollar los eventos. En el camino, surgieron muchas preguntas; algunas las hemos contestado, otras respuestas las trajo el tiempo. Así también hemos tenido experiencias exitosas y otras no tanto.
Tal como anticipé al iniciar este capítulo, entre las vivencias de esa fecha se destaca el análisis del aspecto técnico. Una buena y cuidadosa suscripción, como elemento esencial, unida a la contragarantía y la vigilancia en el cumplimiento del contrato por parte del afianzado ayudan a lograr operaciones exitosas. En pocas palabras, se prefiere menos volumen y más calidad, puesto que el éxito de la empresa no se mide por sus ventas sino por sus resultados. También se hizo referencia a la importancia del cobro por el servicio prestado, ya que la empresa tiene que consolidarse con sus reservas. Es posible que se intente encontrar una buena fórmula actuarial que permita incrementar debidamente las reservas. Sin embargo, cualquier cobro que se realice en un negocio mal suscrito será insuficiente frente a la pérdida que este pueda ocasionar. La empresa debe controlar la calidad del afianzado. Dado que los clientes son el reflejo de la compañía y determinan la buena marcha del negocio, es indispensable conocerlos a fondo. Por otra parte, todos contamos con reafianzadores que depositan su confianza en esa suscripción que realizamos a diario. Si apreciamos debidamente la figura del reafianzador, este siempre nos brindará su capacidad de apoyo. Así pues, aquel día se tocaron todos estos temas, que siguen vigentes.
Terminaré este relato del último día de nuestra primera Asamblea con un solo comentario de la cena de gala, que requería black tie (creo que en Acapulco nunca se había celebrado, ni se celebrará, un evento con esta vestimenta). En el último piso del Hotel Hyatt, con una vista espectacular de la bahía, culminó el evento que marcaría el comienzo de una amistad con todos los colegas de distintas partes del mundo. Si bien la gran mayoría de los asistentes no nos conocíamos, allí mismo quedamos comprometidos a reunirnos, poco tiempo después, en Venezuela. No debo omitir que más tarde nos quitamos saco y corbata, y una vez más acompañamos a Nacho a despedirse de Armando's, su ya famosa discoteca.
Se inicia la II Asamblea de la APF
Los meses que transcurrieron entre noviembre de 1972 y enero de 1974 no fueron tiempo perdido. La pequeña vela encendida en Jamaica había cobrado intensidad, y los primeros resultados se vieron en Acapulco. En ese lapso se incrementaron las relaciones entre las afianzadoras del continente, y varios colegas europeos y asiáticos ‑que nos habían acompañado como observadores invitados en la primera Asamblea‑ pronto ingresarían en calidad de miembros.
La máquina de "télex" (un aparato que tuvo corta vida y pronto se convirtió en una pieza de museo) era nuestro medio rápido de comunicación. Largas cartas, escritas con máquinas mecánicas o con otras más modernas, las eléctricas, llegaban con preguntas y respuestas desde la Secretaría. Ocasionalmente manteníamos comunicaciones telefónicas de larga distancia entre aparatos fijos (pensar que hoy preguntamos "¿dónde estás?" cuando alguien nos llama).
Se preparaba la II Asamblea, que tendría lugar en Macuto, Venezuela, del domingo 20 al miércoles 23 de enero de 1974. Serían anfitrionas Arauca, Cía. Anónima de Seguros y Reaseguros; Ávila, Cía. Anónima de Seguros; C. A. American International; General de Seguros y Reaseguros; Horizonte C.A. de Seguros; La Seguridad; La Venezolana de Seguros, C.A.; y Seguros Caracas, Compañía Anónima Venezolana. Todas ellas estaban reunidas en ese Comité de Organización que con tanto cuidado y esmero elaboró el programa de actividades bajo la dirección del Dr. Arturo Brillembourg (q.e.p.d.), con el auxilio de Nieves Duque, Gustavo Massiani, Gustavo Rojas, Antonio Luque, Luis Álvarez, Ricardo Echeverría, y otros grandes amigos que escapan ahora de mi memoria.
Aguardábamos con entusiasmo el momento de llegar a La Guaira, estar en Caraballeda, viajar en el funicular a Caracas, toda una aventura. Si bien los eventos sociales eran muy esperados, más expectativa aún despertaban los temas académicos, y de estos había un buen número. Las actividades se iniciaban el domingo 20 con un cóctel ofrecido por La Venezolana de Seguros (la compañía de Arturo) y que resultó formidable. Previamente, se habían celebrado las reuniones del Comité Ejecutivo y de los Comités Permanentes.
Algunos nos volvíamos a encontrar; a otros los veíamos por primera vez; pero en pocos momentos éramos ya todos viejos conocidos. Dos personas a las que me referiré en múltiples ocasiones hicieron su aparición: el Dr. Carlos Dupont y su esposa Cristina, que asistían en representación de Aseguradora de Créditos y Garantías, de Buenos Aires.
El sitio elegido para la Asamblea era estupendo, ya que si bien se hallaba a unos kilómetros de Caracas ‑una distancia que nos permitió visitar la capital venezolana en varias oportunidades‑, ofrecía el entorno apropiado para celebrar espléndidamente reuniones de trabajo, sociales y deportivas.
Dejaré para más adelante las anécdotas, que, como en Acapulco, fueron muchas, y repasaré de manera específica los muy importantes temas de trabajo elegidos.
La ceremonia de inauguración de la Asamblea comenzó con el discurso del Dr. Brillembourg. Su mensaje fue el preludio y la síntesis de lo que revisaríamos durante esos tres días, ya que a lo largo de los casi dieciocho meses había germinado el concepto de fianza de empresa en su modalidad específica de contrato de garantía, enfocado a utilizarse en operaciones internacionales de inversión.
En representación del Presidente de la República asistió a la inauguración el Dr. Héctor Hernández Carabaño, ministro de Fomento de Venezuela. En su alocución se refirió a la interdependencia de los países y a la necesidad de que estos logren metas comunes y tengan una visión de los problemas y sus soluciones sin perder sus respectivas soberanías y trayectorias; aludió también al impulso que el sistema de garantías del sector privado imprimiría al desarrollo de la economía. Concluyó con una frase tomada del discurso que pronunció Simón Bolívar en Angostura, relacionado con el esfuerzo conjunto que deben realizar los sectores público y privado: "La mejor forma de gobierno es aquella que produce la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política".
Por su parte, el Dr. Agustín de Vedia (h), quien en esa época se desempeñaba como secretario general de la Asociación, mencionó específicamente los temas que veríamos: contragarantías, estructuras de tarifas, acuerdos de fronting; avales relacionados con la fianza de crédito y el seguro de crédito en España. Además, informó del ingreso de 23 nuevos miembros activos, con lo cual la Asociación agrupaba entonces a 63 compañías, con 18 países representados.
Dado que en esta Asamblea dejaría la presidencia el Ing. Pascual Gutiérrez Roldán y la asumiría el Sr. Richard A. Hubbard, ambos se refirieron con emotivas palabras a lo ocurrido en este primer periodo, así como a las futuras actividades que llevaría a cabo la Asociación bajo la nueva presidencia.
Como orador invitado asistió el Sr. Freeborn G. Jewett, Jr., consejero general del Banco Interamericano de Desarrollo. En la primera parte de su magnífico discurso, habló sobre el desarrollo de la Institución a la que él pertenecía y también acerca de las actividades que realizaba en los diferentes países. Luego el Sr. Jewett hizo referencia a la relación que existía entre el Banco y las afianzadoras, y posteriormente trató el tema de los estímulos para los proyectos con garantías y las etapas para las contrataciones.
Esa mañana concluyó con la intervención del Dr. José Antonio Mayobre, exministro de Hacienda y Asesor del Banco Central, quien disertó sobre las regulaciones monetarias.
Continuamos con la II Asamblea General...
Retomo aquí el hilo de lo acontecido en la reunión celebrada en Venezuela, allá por 1974. Mencionaba en mi artículo anterior que la II Asamblea General de nuestra Asociación se caracterizó por ofrecer el marco para la presentación de minuciosos trabajos sobre nuestra operación técnica. Estos fueron complementados por las investigaciones relacionadas con las legislaciones vigentes en los diferentes países que integraban la recientemente formada APF. También se presentó en este foro la figura del seguro de crédito en el mercado español, tema al que me referiré en próximos capítulos. En su primer año de vida, nuestra Asociación contaba ya con un vasto material de trabajo, que constituyó una sólida base para su desarrollo futuro.
Dada la importancia de la histórica experiencia de la "crisis de los avales venezolanos", este artículo estará dedicado solo a este tema. El caso fue excelentemente presentado por el Dr. Arturo Brillembourg, quien integraba el panel del miércoles 23 de enero junto con los señores Eduardo Wallis y Carlos G. Rancel. Para su disertación ‑llevada a cabo en la forma en que se expone en las escuelas de negocios‑ los 90 minutos resultaron insuficientes. A continuación, vinieron las preguntas. Si bien un buen número de ellas quedaron sin respuesta por falta de tiempo, este acontecimiento llevó a que se estructuraran presentaciones de casos reales que pudieran servir de reflexión y experiencia.
El mercado venezolano estaba compuesto, en 1958, por 77 compañías de seguros, de las cuales 39 eran nacionales y 28, extranjeras. Operaban en los ramos tradicionales de vida y daños. Dentro de este último se encontraba la "fianza de crédito". Terminada la crisis, en 1966, quedaban solo 45 compañías, 27 nacionales y 16 extranjeras. Explicaré ahora qué ocurrió en ese lapso. A comienzos de 1959, sobrevino una recesión que hizo descender la actividad económica y, por lo tanto, la demanda global de servicios. Esta crisis tuvo sus efectos: se cancelaron pólizas de vida y préstamos sobre estas.
En consecuencia, la industria vio disminuidos sus ingresos, además de sus reservas. De todos modos, los siniestros aumentaron. También crecía el costo de operación. Si bien las fianzas de crédito en vigor tenían garantías reales sobre inmuebles, el valor que estos alcanzaban era aproximadamente del 70%. Los beneficiarios estaban divididos en dos grupos: por un lado, bancos e instituciones financieras en un alto porcentaje; por otro, los acreedores extranjeros. En 1960 ya se habían pagado sumas millonarias y aún faltaba cubrir los reaseguros de importantes compañías reaseguradoras.
La mayoría de estas fianzas de crédito habían sido emitidas para garantizar a las empresas constructoras las sumas que recibían, y los beneficiarios eran instituciones públicas y privadas. Las obras se financiaban mediante la emisión de papel comercial, que era colocado tanto en el interior del país como en el exterior, con la garantía de ese aval de la aseguradora. Las obligaciones eran contingentes a muy corto plazo. Las fianzas de anticipo y cumplimiento no estaban contempladas.
Así lo relata don Arturo: "…Los cambios en el movimiento monetario inducidos por los resultados adversos de la balanza de pagos después de 1958, y el carácter de la obligación a corto plazo de los instrumentos avalados, en poder de acreedores venezolanos y extranjeros, inducen a tensiones casi dramáticas sobre los aseguradores venezolanos, y aun cuando la posición de la industria venezolana era magnífica para comienzos de 1960, el estado de iliquidez reinante y la baja de posición de activos líquidos de la industria hacían la crisis más severa…". Y continúa: "…Los cambios políticos ocurridos en el país hicieron cesar la interdependencia creada entre los grandes contratistas […] se abandonaron proyectos que habían sido preparados ‑con gastos para aquellos contratistas‑ y se dejó de otorgar contratos a estas mismas firmas, fuertemente aseguradas, dando inicio a una serie de quiebras en cadena y de incumplimientos […] La banca nacional se apoyó en las garantías otorgadas, creando condiciones en el mercado internacional […] la crisis fue así una crisis de organización agudizada por una excesiva competencia en los años de bonanza".
La crisis se extendió prácticamente durante 1960, después de conversaciones entre los beneficiarios y la Cámara de Aseguradores, que, a su vez, se reunieron con los reaseguradores para plantearles posibles soluciones. Una de estas alternativas consistía en emitir bonos respaldados por las garantías que tenían las aseguradoras. Otra opción era constituir empresas que efectuaran una liquidación de bienes. Se eligió esta última salida, con la renovación o prórroga de aquellos avales que parecían ser de cobro seguro.
La industria aseguradora quedó seriamente afectada por la crisis, ya que incidió en su liquidez y deterioró su rentabilidad. No obstante, las compañías aprendieron una lección: aunque las causas fueron externas, había debilidad de estructuras y se aceptaron riesgos con técnica inapropiada. De todas maneras, se apreció el buen comportamiento de los profesionales del reaseguro, que pacientemente esperaron la liquidación de las garantías y, con los años, recuperaron sus pagos de los siniestros.
He tomado, para mi relato, palabras y frases de los expositores, ya que deseo transmitir esa sensación de angustia que experimentaron nuestros colegas años atrás. No cabe la menor duda de que cada día llegan a nuestro escritorio "negocios" que parecen más que apetecibles; sin embargo, al analizarlos, descubrimos que prácticamente estamos suscribiendo un pago a plazo. La fianza es un instrumento jurídico de garantía, no de pago. La creatividad de la angustia hace que se instrumenten prácticas comerciales que resultan, a corto o largo plazo, desastrosas. Los suscriptores iniciales no debemos olvidar que tenemos socios que, a través de sus contratos de reafianzamiento, han confiado en nosotros. Por ello siempre hay que poner en práctica el refrán italiano: "Quien va despacio llega lejos".
Continúa la II Asamblea de la APF...
En el artículo pasado, solo me referí a la magistral conferencia del Dr. Arturo Brillembourg y prescindí de comentar el entorno social, así como los otros temas que se tratarían y el trabajo inicial de las comisiones. En mi opinión, esta Asamblea fue la confirmación de las expectativas que todos teníamos acerca del modo en que opera el sistema de garantías en los diversos países del mundo. Jamaica fue el lugar de la constitución; Acapulco, el sitio adonde acudimos con una expectativa; Caracas, la ciudad donde se vieron los primeros resultados, como pasaré a relatar. A la Asamblea asistimos 73 delegados de 15 países; y como observadores invitados concurrieron 20 representantes de 15 nuevas compañías; de este modo, se incorporaron empresas de otros continentes. Asimismo, se amplió la cantidad de integrantes de los Comités Permanentes (Finanzas, Jurídico, Relaciones Públicas, Siniestros y Arbitrajes, y Técnico) y se establecieron sus respectivas responsabilidades.
Comenzaré por referirme al preludio de la parte técnica, que estuvo a cargo del Sr. Freeborn G. Jewett, Jr. Este orador, que había sido invitado por el Sr. Richard Hubbard, era miembro del Consejo General del Banco Interamericano de Desarrollo y nos habló de la importancia que su Institución daba a los negocios de garantías para los proyectos de inversión. El Banco se había fundado pocos años antes, en 1959, y su fin era apoyar los proyectos de infraestructura de los países latinoamericanos. En esa época contaba con 23 miembros. El año anterior a la reunión, había financiado un buen número de proyectos de inversión por cientos de millones de dólares. El BID tenía cierto paralelismo con el Banco Mundial y se complementaban en cuanto a las actividades. Considerando nuestros propósitos comerciales, nos relató en detalle la operación que realizaban a fin de estimular la emisión de las garantías que requerían para otorgar los créditos; comenzaban con las fianzas de licitación, y, después de haberse otorgado el crédito, las de anticipo y cumplimiento a favor del país que contratara la obra. Ahora nos resulta claro, pero en ese entonces comenzamos a ver dos temas que al poco tiempo cobraron mucha importancia (aunque hoy parece historia): los consorcios de contratistas y sus garantías o colaterales, y las posibilidades de inflación. Sobre estas cuestiones hablaré en futuros capítulos.
Teníamos un Comité Técnico a cargo de Luciano Herrera y William French, quienes trabajaron para reunir la información sobre los requerimientos legales relativos al negocio de garantías, luego de analizar lo que ocurría en 15 países (se incluyó a Canadá con dos legislaciones, la del este y la del oeste, y a Puerto Rico, con la de otros estados de EE.UU.). Solo en México y Guatemala existía una legislación separada de las instituciones de seguros, y en todos había una autoridad de control. La encuesta completa, que consistía en más de 30 preguntas, nos llevó a considerar la conveniencia de que este Comité la hiciera extensiva a los nuevos miembros con el objeto de procurar que en ciertos tópicos fuera posible homologar la operación, fundamentalmente en los requisitos de emisión y posibles costos.
El tema de las Contragarantías fue presentado por el Lic. Pedro Escudero y por John B. Fitzgerald. Pedro fue uno de los precursores de las fianzas en México. En La Guardiana, de la cual era director (y el Lic. Ignacio Gómez Urquiza, director general), se caracterizó por haber hecho escuela en la emisión técnica, respaldada por garantías y basada en la experiencia de los fiados, así como en el conocimiento de su solvencia económica y moral. Jack, por otra parte, analizó en detalle las características de la buena suscripción; sobre la base de sus amplios conocimientos y de su larga experiencia en INA Reinsurance Company, preparó una intervención de la que guardo muchas enseñanzas. Él decía: "Toda fianza da lugar a una opción: hacerla de forma rutinaria o de modo especial, pero la excelencia en su aceptación, que hace que un negocio prospere y se diferencia de otros, proviene del juicio claro, experiencia y habilidad superior […] revisar la documentación al detalle es el barómetro de nuestra tecnología […] las contragarantías son herramientas de soporte que protegerán nuestro negocio". Yo añadiría que el seguimiento de la obligación garantizada es la prevención oportuna de una posible reclamación.
Nuestro buen amigo Mario Granai (h) presentó un estupendo trabajo sobre el análisis de las tarifas, describiéndolas en todos sus aspectos según los diferentes tipos de garantías que suscribimos (fidelidad, judiciales y administrativas). Centró su trabajo en el mercado guatemalteco, si bien incluyó otros dos países de Centroamérica: El Salvador y Nicaragua. Sobre este mismo tema, el Lic. Ignacio Gómez Urquiza presentó un estudio comparativo de sistemas y principios que inspiran las tarifas en distintos países, tomando como ejemplo a México, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú.
Por último, nuestro buen amigo Curtis B. Roberts, de Highlands Insurance Co., con sede en Houston, Texas, realizó un minucioso análisis de las operaciones de fronting. De cierta forma, advertíamos así los acuerdos que tendríamos que celebrar en un futuro muy próximo sobre las operaciones que realizarían contratistas en países diferentes (donde no tuvieran garantías), y la necesidad de que una afianzadora local emitiera fianzas contando con el respaldo de otra, o bien garantías en diferentes países. Señalaba que, mientras que las contratistas ya habían superado las asociaciones internacionales por medio de joint ventures, nosotros aún no habíamos desarrollado figuras jurídicas que permitieran la emisión de fianzas con contragarantías combinadas. Recomendó, como primer paso, revisar los procedimientos de emisión, textos, vigencias, sistemas de pagos, impuestos, acuerdos de comunicación para reclamaciones.
Al principio de este artículo, les comentaba la importancia que ha tenido para nuestra Asociación esta Asamblea. En efecto, en ella comenzamos a vislumbrar temas que hoy son fundamentales. Asimismo, gracias a cada uno de estos personajes que tuvieron esa visión, se han instrumentado procedimientos ‑generales o particulares‑ para el desarrollo mundial de la fianza de empresa.
Seguimos recordando la II Asamblea de la APF, celebrada en Venezuela, en 1974.
Se terminaba ya nuestra estancia en Caraballeda. El tiempo transcurrido del sábado al miércoles había pasado como un soplo: nuevos colegas, visitas a Caracas (ya fuera con el teleférico o por una buena carretera, cruzando un túnel impresionante), caminatas en la empedrada playa, un juego de golf en el pequeño "gran club"; en fin, días cortos y noches largas, en lugares descubiertos ‑no sé cómo‑ por Ignacio Gómez Urquiza. En este relato, dejaré un poco la parte académica y los eventos para referirme a algunos actores ya conocidos, cada uno de los cuales imprimió su huella.
En esta Asamblea concluyó el período como presidente del Ing. Pascual Gutiérrez Roldán. El Comité de Nominación propuso al Sr. Richard A. Hubbard para sucederlo en el cargo. Dick, como cordialmente lo llamábamos, estaba al frente de la Insurance Company of North America, vivía en Filadelfia y se desempeñaba desde hacía largos años como excelente afianzador. Él relató que el doctor Agustín de Vedia fue quien tuvo la magnífica idea de constituir la Asociación y que Jack B. Fitzgerald ‑alto funcionario de la misma empresa que Dick‑ dio pronta acogida a esta propuesta.
En sus palabras de toma de posesión, manifestó que asumía el cargo con honor y responsabilidad y que esperaba que la joven agrupación fuera consolidándose. Así ocurrió. Durante su presidencia, como veremos en próximos relatos, obtuvo importantes incorporaciones, logró que se llevaran a cabo más estudios a través de los Comités y recorrió los diferentes países para conocer la evolución de los negocios locales y tomar contacto con las autoridades. Además, desarrolló un programa completo de actividades, que concluiría con la III Asamblea, en Tarpon Springs, Florida. Una de sus grandes aficiones era el béisbol, y su equipo favorito, claro está, Filadelfia. Por eso, si en alguna ocasión nuestras sesiones coincidían con un juego, Dick desaparecía para no perder el partido. Eso ocurrió un año después: estábamos concluyendo la III Asamblea, en octubre (mes en que termina la temporada de béisbol), en plena serie mundial. La cena había sido programada temprano y, poco antes, dos personas salieron sin que los demás se percataran: uno era Dick; el otro, yo. ¡Qué buen partido vimos!
Para la vicepresidencia fue postulado el Dr. Arturo Brillembourg ‑presidente de La Venezolana de Seguros‑, quien, como relaté, encabezaba el Comité de Organización de este segundo evento. Arturo, que también había estado presente en Jamaica, cuando se constituyó la APF, era un promotor extraordinario. Su intensa y polifacética vida no tenía descanso: político destacado, profesional distinguido, empresario exitoso, volcaba todo un caudal de experiencia en quienes lo rodeaban. En esa ocasión, él y Clarita, su esposa, no ahorraron atenciones. Todo en la Asamblea estaba perfectamente calculado. Gracias a ello, este evento constituyó un verdadero éxito y, por lo tanto, un nuevo impulso para ‑como Dick lo expresaba‑ "la joven agrupación".
De Arturo podemos contar una infinidad de anécdotas. Era puntual en toda su actividad, e imprevisible en sus reacciones: podía suceder que en una reunión se conversara sobre un tema intrascendente, pero él lo convertía en un problema crucial y hasta lograba que la discusión durara un tiempo indefinido. Sin embargo, sus reflexiones eran de gran utilidad y siempre mostraban su enorme experiencia. Desplegaba una intensa actividad. Viajaba continuamente, tanto por sus negocios bancarios o de seguros, como llevado por sus dotes de experto cazador. Narraba por igual sus aventuras en África, Asia o América, lo que realizaba en su finca ganadera o elaborando el Ron Pampero o bien en sus juntas de Directorio. Era espléndido y, al mismo tiempo, de lo más cuidadoso con los gastos menores de toda organización. Siempre observaba y señalaba lo que no era indispensable.
En ese momento, la Secretaría de la Asociación estaba a cargo de la persona que fue la inspiración de la APF, y a quien debemos el primer impulso para su formación, alguien que apreciaba cómo este pequeño árbol comenzaba a crecer: el Dr. Agustín de Vedia (h). Los que tuvimos el gusto de conocerlo, valoramos en él no solo a ese artífice que planificó los inicios de nuestra institución, sino también a un maestro en toda la extensión de la palabra. Preciso en su hablar, objetivo en sus reflexiones y seguro en las conclusiones, el Dr. de Vedia llevó una vida profesional exitosa, puesto que era mundialmente conocido en temas de seguros y fianzas. Aportó en ese momento la capacidad necesaria para que la naciente Asociación comenzara su caminar. Fue un motor que, combinado con las personas a que me he referido, hizo que en el pequeño y gran mundo de la fianza de empresa la APF comenzara a conocerse en muchos países. No puedo dejar de mencionar a Inés, a quien conocí en nuestra primera Asamblea, en Acapulco, y que de inmediato se convirtió en una figura imprescindible de las reuniones.
En esta segunda Asamblea, hubo también presencias muy especiales de invitados que habían mostrado interés en este encuentro. Cabe mencionar que, si bien la Asociación fue concebida originalmente como "Panamericana", acudieron a la reunión representantes de empresas de Bélgica, España (que presentó el primer trabajo de seguro de crédito), Inglaterra, Italia, Japón, Suecia y Suiza. También del continente americano se incorporaron nuevas compañías.
Voy a concluir este capítulo de la serie, recordando a un especial personaje que hizo su presentación como representante de Aseguradora de Créditos y Garantías, de la Argentina: el joven doctor Carlos Dupont.
En esta ocasión, me voy a apartar de la siguiente Asamblea (la de Estados Unidos), para centrar mi relato en la reunión de Comité Ejecutivo de la Asociación (la primera que recuerde fuera de las reuniones que se realizan en el transcurso de las Asambleas o Seminarios).
Dejamos Venezuela con una Asociación más integrada: había quedado formalmente constituida la APF, y se habían definido programas de trabajo de los Comités Permanentes: Jurídico, Técnico, Finanzas, Siniestros y Arbitrajes y Relaciones Públicas. Gracias a la comunicación constante entre sus miembros, se tejió una efectiva y permanente relación. En cada país, se promovió el ingreso de las instituciones que habían asistido a eventos previos en calidad de observadores. También se cruzó información a otros países sobre las bondades y éxitos alcanzados en las primeras reuniones, y como resultado, se incorporaron nuevos miembros. La flamante Asociación comenzaba a rendir frutos. Por ello, la despedida de Caraballeda fue un "hasta pronto".
En efecto, a los pocos meses, nuestro Presidente, el Dr. Arturo Brillembourg (La Venezolana de Seguros), nos comunicó que se celebraría una reunión de Comité Ejecutivo en el lugar que el Comité Organizador de la III Asamblea había elegido para este evento: Tarpon Springs, Florida. La cita era para la tercera semana de enero de 1975. Aun cuando yo no pertenecía al Comité Ejecutivo, fui convocado para la reunión, porque, además de tener la responsabilidad del Comité Técnico, me habían seleccionado para presentar ‑conjuntamente con Robert Schmitt (Continental Insurance Co.)‑ un tema sobre fidelidad del que hablaré más adelante.
Tarpon Springs es un sitio pequeño, muy cercano a Tampa, en la costa oeste de Florida, sobre el Golfo de México. En esta comunidad, se pueden encontrar lugares espléndidos para personas retiradas y, por supuesto, estupendos campos de golf. Innsbruck era el nombre del resort, que había sido inaugurado poco antes. Tenía como una parte central de restaurantes y salones para realizar las conferencias con excelentes instalaciones. Las habitaciones estaban dispuestas a lo largo del campo de golf. Si bien los lugares anteriores (Acapulco y Caraballeda) habían sido perfectamente seleccionados, este no se quedaría atrás, ya que nos daba la posibilidad de combinar trabajo y deporte. Habíamos descubierto que un buen número de los delegados éramos asiduos jugadores de golf (algunos, muy buenos; otros nos quedamos con la característica de ser entusiastas, por no decir "malos"). A partir de este evento, hemos aprovechado nuestros encuentros para practicarlo en muy diversas canchas, como lo relataré en su oportunidad.
El Comité Ejecutivo estaba presente en pleno, bajo la dirección del Dr. Brillembourg. El primer Vicepresidente era Luciano Herrera (Colombiana de Seguros), y el segundo Vicepresidente, William J. French (American Insurance Co.), quien, además, encabezaba el Comité Organizador de la Asamblea. Como Tesorero se desempeñaba Ignacio Gómez Urquiza (La Guardiana), y como Secretario General, Agustín de Vedia (h.) (Aseguradores de Cauciones). A ellos se sumaban los dieciséis miembros del Comité y, como invitados, los presidentes de los Comités Permanentes.
La reunión se realizó en dos días completos de trabajo: por la mañana tratábamos los temas y, si había tiempo, por la tarde caminábamos los fairways. Se había observado el grado de interés que despertaban algunas materias relacionadas con la operación de la fianza de empresa, seguro de caución, seguro de fianza, garantía, denominaciones con las cuales se conocía el contrato que operamos en las diferentes partes del mundo. Sin embargo, uno de los fines principales de la Asociación era justamente revisar las experiencias valiosas de las diferentes regiones y fomentar el conocimiento de este antiquísimo contrato accesorio, a la vez que actualizarlo mediante la especialización.
Por ello nos centramos en repasar los sistemas de operación desde la emisión y el seguimiento del cumplimiento de la obligación, basados en el tema de las garantías, y en precisar los tipos de fianzas (fidelidad, judiciales, administrativas, crédito). El tema del seguro de crédito fue igualmente comentado. Nos llevó un buen tiempo analizar la figura del fronting y las características de su contratación. El Comité de Organización presentó el programa provisional de la III Asamblea. Se repasaron los temas y seminarios, y el programa social, y quedó definida la fecha para la iniciación del evento: domingo 12 de octubre de 1975. El Comité Ejecutivo dio por concluida la reunión luego de aprobar la admisión de miembros y revisar las finanzas.
Varias juntas de este tipo se han llevado a cabo entre los Seminarios y las Asambleas, y han realizado aportes fundamentales a nuestra Asociación.
III Asamblea General - Tarpon Springs, Florida - Octubre, 1975
La fecha llegó. La mayoría de los delegados estuvimos presentes desde el sábado 11 de octubre por la tarde, ya que el domingo 12 mantendríamos diversas reuniones: de Comité Ejecutivo con elección del Comité de Nominación, del Comité de Organización y de los Comités Permanentes. El Jurídico estaría abocado a la reforma de los Estatutos; el Técnico, a preparar el informe de actuación; el Comité de Finanzas se dedicaría a elaborar el presupuesto; y el de Siniestros y Arbitrajes, así como el de Relaciones Públicas, a revisar sus planes de trabajo. Por último, se realizó una junta para los conductores de los seminarios, que se desarrollarían ‑según se había establecido‑ en grupos reducidos y en diferentes horarios; por ello, las presentaciones se repetirían en tres ocasiones. Tomando en cuenta que concluiríamos a las 13 y que la cena de bienvenida sería a las 19, había tiempo suficiente para caminar lo que fue la primera ronda de golf, pues Innsbruck era un estupendo resort, con tres canchas de 9 hoyos. Además, la cercanía de las habitaciones (ubicadas a lo largo del campo) nos permitía llegar a tiempo a todos los eventos.
Al frente de la organización de esta Asamblea estuvo el Sr. William J. French (American Insurance Co.), secundado, naturalmente, por todo el grupo de empresas de los Estados Unidos: General Reinsurance Corp., Insurance Company of North America, North American Reinsurance Corp., Safeco Insurance Co., St. Paul Fire & Marine, Seaboard Surety Co., Skandia Insurance Co. y The Continental Insurance Companies. El programa era por demás atractivo, ya que nos permitiría conocer la situación de las empresas que, por diferentes causas, habían tenido resultados poco satisfactorios en 1974 ‑y continuaron así en 1975‑; por otra parte, los aspectos de la inflación que se estaba dando ya en regiones específicas y la forma de suscripción bajo sus efectos era un tema que resultaba muy interesante. Debo señalar que el programa para acompañantes se redujo solo a aspectos sociales y que todos los eventos se llevaron a cabo exclusivamente dentro del Resort, lo cual fue muy acertado, como lo comentaré más adelante.
El lunes 13 a las 9 en punto, se dio inicio formal a la III Asamblea General, después de los discursos de bienvenida por parte del Presidente del Comité Organizador, William J. French, y del Presidente de la Asociación, Dr. Arturo Brillemburg, y luego de la presentación del informe del Secretario General, Dr. Agustín de Vedia (h). Seguidamente, escuchamos la magnífica conferencia del Sr. Richard E. Bangert, Presidente del Pacific National Bank. Este orador, que primero había sido banquero, después un reconocido afianzador y, en esas fechas, era la figura más importante de su Banco, comenzó su exposición disertando sobre las similitudes de ambos negocios financieros (crédito y fianza) y las asimetrías del seguro y la fianza (riesgo y responsabilidad). El núcleo de su presentación se enfocó en las políticas que había establecido para exigir que el funcionario de la afianzadora se mantuviera más cerca del afianzado, lo conociera y lo entrevistara (en su caso, conjuntamente con el agente), y, así, viviera el desarrollo del contrato cubierto. De esta forma, se podría anticipar cualquier problema que surgiera por un posible incumplimiento. El Sr. Bangert comentó que, gracias a este sencillo procedimiento, las reclamaciones habían disminuido y habló de los resultados económicos que obtuvo su empresa. Como mencioné en párrafos anteriores, en 1974 y 1975 las consecuencias de las operaciones financieras habían sido desfavorables; por ello, se refirió brevemente a las prácticas que, a su juicio, habían contribuido a que se llegara a ese extremo y que a continuación sintetizo.
Han pasado más de 33 años de esta plática y, al repasar los puntos comentados por el Sr. Bangert, observo que seguimos "tropezando con las mismas piedras". Él señaló que las pérdidas no se dan cuando se incumplen los contratos, sino que surgen en el momento en que se produce una suscripción insuficientemente analizada o para la cual no se cuenta con la información total del fiado y sus garantes, en su caso. La falta de competencia técnica se hace evidente cuando se aprueban créditos o responsabilidades que superan la capacidad de pagar las pérdidas.
Por otra parte, se visualiza más el factor del ingreso, con mayor peso que el juicio sensato acerca de la suscripción o el otorgamiento del crédito. Además, se cree que otro competidor tomará el negocio y hay un creciente deseo de no ofender al "cliente" o al agente diciendo "no". No existe un seguimiento de los créditos otorgados o de suscripciones realizadas. En la actualidad, vemos que nuevas empresas están en problemas. Ahora no se trata de un país, una región, un continente. Los efectos negativos de la globalización alcanzaron y afectaron a todos en diferentes dimensiones; para algunos, solo se reflejarán en valuaciones que, tal vez con el tiempo, se recuperarán; para otros, serán pérdidas. Sin embargo, aún es temprano para contabilizar las bajas.
La conclusión a la que nos llevó el Sr. Bangert me pareció de lo más acertada: para no tener que pasar por todos estos problemas, es importante que la empresa cuente con personal que conozca su trabajo y lo realice con responsabilidad y eficacia, vislumbrando el futuro. Con ese fin, es necesario estar siempre actualizado y atento al entorno, y adelantarse a posibles acontecimientos que siempre son previsibles.
Esa mañana asistimos a muchas otras intervenciones. Creo que vale la pena reflexionar sobre los conceptos del Sr. Bangert y, si nos parecen convenientes, incorporarlos a nuestro diario trabajo como propósito para el nuevo año.
III Asamblea General - Tarpon Springs, Florida - Octubre, 1975
Volvamos a Tarpon Springs, lunes 13 de octubre de 1975. Cerré el artículo anterior con la conferencia del prestigioso banquero Richard E. Bangert (antes, funcionario de una gran afianzadora), en la cual nos comentaba las similitudes que existen entre la emisión de fianzas y las operaciones de préstamos bancarios en cartera de consumo (en aquel tiempo, la banca tenía 9000 millones de dólares en ese tipo de riesgos). Nos relató la experiencia que habían tenido en años recientes por haberse apartado de los principios que deben observarse al suscribir obligaciones u otorgar créditos. Entre otras causas, la información previa incompleta, la incompetencia del suscriptor o analista, la ansiedad de obtener utilidades, la competencia, la falta de garantías, prestar demasiado u otorgar garantías más allá de la capacidad, una mala selección de riesgos. Han pasado 35 años de aquella plática, y en ese lapso hemos vivido períodos críticos. Vale la pena pensar si estas causas, que son cíclicas, pueden evitarse mediante el establecimiento de políticas preventivas muy sencillas y básicas.
La Asociación contaba con cinco comités permanentes: Jurídico, Técnico, de Finanzas, de Siniestros y Arbitrajes, y de Relaciones Públicas. Uno de ellos, el de Siniestros y Arbitrajes, presentó un interesante trabajo derivado de una encuesta realizada sobre el manejo de las reclamaciones que se presentan en incumplimientos de contratos de construcción. Donald E. Spickard y Rogelio Garza Barrera llevaron a cabo la presentación. De este trabajo, que sigue vigente hasta la fecha (volver a los principios), resultó útil una lista de factores que deben tomarse en cuenta al producirse el evento. La información la suministró cada empresa, y se precisaba el porcentaje que representaba el importe de la fianza respecto al valor del contrato de obra. De allí se derivaba la forma de atender las reclamaciones, incluida la subrogación de los contratos. La presentación fue muy ágil, lo cual permitió tener un buen número de intervenciones. Además, surgieron nuevos temas que se consideraron para futuras conferencias y paneles.
Nuestro primer día de trabajo concluyó cerca de las 5 de la tarde, y eso nos dio tiempo a algunos de jugar una partida de 9 hoyos antes de llegar a los eventos sociales de esa noche. La ventaja es que todo se llevaba a cabo en ese resort, una de cuyas canchas fue seleccionada, hace tiempo, para el evento anual de la Asociación de Profesionales de Golf de los Estados Unidos. La parrillada de esa noche fue estupenda, el clima y el lugar lo permitieron. Así finalizó un día de intensa actividad. Faltaban aún un martes y un miércoles con un programa que no permitía desvelarse.
Para el martes se habían organizado tres seminarios, y los concurrentes elegían a cuál acudir. En mi caso, no tuve opción, ya que copresentaba uno de ellos. Se dispusieron mesas en tres salones: en el primero, Ronald A. Koseluk y Mario Granai expusieron sobre acuerdos de indemnización y sistemas de fronting. En el segundo, John B. Fitzgerald y Luciano Herrera se refirieron a la práctica de suscripción de garantías. Fidelidad y delitos conexos fue el tema que nos correspondió desarrollar a Robert W. Schmitt y a mí en el tercer salón. No me es posible referirme a lo que ocurrió en los dos primeros; por ello solo relataré lo que expusieron los panelistas en la síntesis que leyeron en la clausura de los trabajos.
Para el tema que nos tocó preparar a Robert y a mí, también nos basamos en una encuesta que habíamos distribuido a todos los miembros meses antes, lo cual nos permitió tener una fuente de información que incluimos en las presentaciones. Logramos que los concurrentes, en buen número, participaran con valiosos aportes y por ello el tiempo asignado resultó insuficiente. También la ocasión propició que se plantearan futuras intervenciones con estudios previos del Comité Técnico.
La fianza de fidelidad ‑mencionó Bob‑ es una especie de "medicina preventiva" y su crecimiento se debía a que las empresas beneficiarias lo estimaban así y buscaban con ella evitar la posible pérdida por deshonestidad. Una vez comprobada la comisión del delito por el órgano jurisdiccional, la afianzadora cubre el daño patrimonial, al tiempo que realiza las gestiones para obtener la recuperación de la suma pagada. Debe aclararse que, antes de la emisión de la fianza, la afianzadora analiza los sistemas de controles a los efectos de examinar el riesgo. De un país recibimos una respuesta que cabe mencionar: tenían un listado de los ingresos a las penitenciarías por este tipo de delitos, y de esta forma también proporcionaban antecedentes cuando se recibían los nombres de los empleados que se pretendía afianzar.